QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE.

martes, 31 de diciembre de 2013

ADIÓS 2013

Después de unas gratificantes vacaciones en Cuba -porque visité amigos, familiares, calles, olores, lugares, recuerdos- he regresado a la corriente de todos los días.
Ha sido un 2013 extraño, confuso y alevoso pero también lleno de alegrías irremplazables en el ámbito familiar y profesional. Si la envidia y los malos deseos de gente sin rostro ni escrúpulos para la mentira intentaron aniquilarme, no lo lograron. Termino el 2013 más fuerte que nunca, con nuevos e interesantes proyectos que comenzarán en los primeros días del 2014.
Les deseo a todos un muy feliz 2014, lleno de energía positiva y ajeno a la mediocridad y la injuria.

ADELANTE, 2014.

QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE SIEMPRE.

lunes, 2 de diciembre de 2013

GANDHI, LAS MUSAS Y LOS PREMIOS

 
La librería Gandhi lanzó la convocatoria para escribir un texto que respondiera a la pregunta ¿Por qué amo a México? El premio no era jugoso pero las Musas -tan caprichosas ellas- me susurraron palabras que puse en papel. Divertimento, me dijeron las muy bandidas. La verdad, siempre les hago caso.



¿POR QUÉ AMO A MÉXICO?
Quizás se pregunten por qué escribo del amor a México si no  nací en este país. Los restos de mis antepasados no reposan en tierras aztecas y por mis venas no corre sangre mexicana. Obviamente, no me gusta el chile y todas las comidas me pican horrible. Vivo en el D.F y me choca su tráfico, la contaminación y el estrés con que se sobrevive en esta mega ciudad. Me aterran muchas de las características de una sociedad violenta, inhumana, sangrienta; la falta de honestidad y escrúpulo de gente que menosprecia a sus semejantes y de un universo sumido en el interés y el desdén por la vida de los demás. Entonces, ¿por qué amo a México?
México es el país de mi hija, donde nació y crecerá, con un futuro que le enseño a construir lejos del odio y la intolerancia. Cuando veo su sonrisa amplia, inocente, plena de promesas  seguras, comprendo –más allá de un posible raciocinio- que este país es único porque sus niños lo hacen diferente. Y en ella descansa no sólo el porvenir sino la presencia real de un México al que no se puede dejar de querer.
Paseo por territorios hermosos, repletos de historias e Historia, donde conviven las tradiciones, el folklor y la milenaria presencia de un pasado que nos recuerda, paso a paso, que la grandeza se escribe a diario entre restos arqueológicos y salones de clases. No puedo dejar de sentir profundo respeto por una identidad que se construye buscando en el pasado y  proyectando al Universo un canto de triunfos palpables. No puedo dejar de amar a México por sus memorias escritas y orales, las que mantienen vivo el legado de toda una nación.
Contemplo una hermosa puesta de sol en Puerto Escondido y mi corazón se abre a todos los cantos poéticos que ha generado en la mente de los autores mexicanos la grandeza del paisaje. Paseo por el Zócalo de la ciudad y me imagino a Martí a mi lado, camino a la casa que, generosamente, le brindó su gran amigo Mercado. Porque la generosidad es una muestra excepcional de este pueblo, cálido en las buenas y en las malas, amigo incondicional de los necesitados. Y, entonces, comprendo que no puedo dejar de amar a México porque cuando las puertas se cerraron en mi país de origen y la oscuridad se apropió de mi vida, fue México y su gente quienes me ofrecieron refugio, abrigo, hermandad y posibilidad de crecimiento. Porque su gente me sonríe y me tiende la calidez innata de sus existencias. Y en cada pueblo, región, mar, montaña, siento la inmensidad de sentimientos que cobijan los corazones mexicanos. Porque el himno ha dejado de ser palabras huecas para mí.
Se ama lo bueno y lo malo. Se quiere más allá de la lógica. Se llora con las desgracias del vecino y se brinda parte de lo que uno tiene en la adversidad. Se canta cuando es necesario y se grita Viva México entre el tequila y el mole. Son presencias intangibles difíciles de explicar y que sólo se entienden cuando uno vive inmerso en un país excepcional.
Porque mi cuerpo será polvo de esta tierra y mi palabra recuerdo para todos.
Entonces, ¿cómo no amar a México?