QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE.

viernes, 21 de septiembre de 2012

CARTA ABIERTA DEL HOSPITAL CALIXTO GARCÍA

Hace años que se viene hablando del deterioro del sistema de salud cubano. Los inocentes, o bien intencionados -y los ciegos extremistas- le atribueyn cualquier problema al "bloqueo" de EU. Sin ir más lejos, en mi reciente viaje a la Isla, en un restaurant en La Habana Vieja pedí que me empaquetaran la comida que había sobrado y me dijeron que no tenían tetra pack por culpa del bloqueo y que sólo me la podían poner en una jabita... y así me la tuve que llevar.
 
La desidia, indiferencia, robo, despilfarro, desvío de recursos, no son males nuevos, sólo que en La Época Dorada de los  subsidios no se veía. Desaparecido el campo Socialista, Cuba perdió a la gallina de los huevos de oro -que supuestamente nos iba a mantener toda la vida- y se vio sumida en una crisis de la que no sale -ni saldrá- hasta que no sea capaz de establecer leyes que liberen de verdad el mercado y la iniciativa privada.
 
Les dejo una carta agónica, seria y muy valiente de un grupo de médicos del Calixto García. Pero no se engañen: esto pasa en todo el país, sólo que ellos se atrevieron a escribirlo.

 
Ser bueno es el único modo de ser dichoso.
Ser culto es el único modo de ser libre.
Pero, en lo común de la naturaleza humana,
se necesita ser próspero para ser bueno.
José Martí
Carta abierta del Servicio de Cirugía General del Hospital Calixto García al Primer Secretario del PCC y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz
El hospital Calixto García de la Habana tiene como misión brindar atención médica especializada preventivo-curativa y de rehabilitación de forma ininterrumpida a la población, mediante asistencia médica de calidad y alto nivel profesional[1]. Con sus más de 100 años de historia ha sido una escuela permanente de los cirujanos del país, y un elemento importante en la lucha de nuestro país por su independencia; muchos de nuestros profesores fueron combatientes de la clandestinidad[2] y brillantes médicos en misiones internacionalistas de gran importancia. Los cirujanos de este hospital, respetando el juramento hipocrático[3], se han caracterizado históricamente por ser críticos y autocríticos, pero sobre todo combativos ante las dificultades, las decisiones mal tomadas, y los múltiples errores que afectan a nuestra nación, y que poco a poco ponen en peligro el futuro, considerando la salud como un pilar de las transformaciones surgidas en el periodo revolucionario, y nuestro deber brindar una atención médica profesional y digna, acorde a los adelantos científicos del siglo XXI.
Luego de innumerables informes a la jefatura de servicio, la dirección del hospital, de discusiones en el seno de los núcleos del PCC, y la imposibilidad de participar en análisis a otros niveles con los dirigentes del ministerio desde hace mucho tiempo, donde el personal médico plantee sin restricciones sus opiniones[8] y formas de resolver los grandes problemas que hoy afectan al sector de la salud y que incluye desde la formación hasta la atención médica directa, un grupo de cirujanos consideró su deber elemental[8, 9, 10], y acordó enviar esta carta a su persona, con el único fin de informarle elementos sumamente graves en la atención al pueblo cubano, que al parecer por el tiempo que viene sucediendo en la salud pública en general y en nuestro hospital en particular, y la falta de proyecciones inmediatas para resolverles, son desconocidos por la alta dirección política del país, contrastando en proporción inversa con el discurso oficial de nuestros medios de difusión
La atención médica, y sobre todo quirúrgica, en nuestro centro, es un gran desastre, caracterizada por:
- Hospital destruido en su estructura física, por su edad e innumerables reparaciones de pésima calidad y corta duración.
- Falta de importantes recursos en la atención a los pacientes por distribución inadecuada, por gestiones insuficientes o por exceso de trabajo ante la reducción de la actividad en otros centros por causas similares.
- Deterioro humano mental acompañante por la pérdida de la mínima atención al hombre, que bajo largas jornadas de trabajo gratuito en un número importante de horas, y en un país donde las gratuidades se terminaron, tienen un confort para su trabajo que está por debajo de la de cualquier lugar pobre del mundo.
Nuestro centro hospitalario, en el aspecto quirúrgico, se ha ido reduciendo, de unos 30 salones para todas las especialidades, a no más de 10 en la actualidad, los que aún con gran destrucción brindan esta vital atención al pueblo; las irregularidades en estos salones, sus continuas roturas de aires acondicionados, falta de agua, falta de equipamiento adecuado en algunos de ellos, provocan que pacientes con cáncer no puedan ser intervenidos a tiempo en nuestra institución, que otros con patologías benignas susceptibles de ser resueltas de forma mediata a su diagnóstico lleguen complicadas por la falta de rapidez en la solución de sus problemas, y como si esto fuera poco, las patologías urgentes también tienen grandes dificultades. Estas, que constituyen un número importantes de casos, que llegan remitidas de cualquier lugar de la ciudad, muchas veces mal enviadas, poniendo en peligro la vida de los pacientes y causando incluso muertes que teóricamente se podrían haber evitado, y a pesar de que es la única prioridad quirúrgica con que trabaja el hospital una buena parte del tiempo, deben en ocasiones esperar más de 24 horas entre su anuncio y su intervención urgente, debido sobre todo a la falta de disponibilidad de salones, del personal suficiente y adecuado, pero además al cansancio físico y psíquico de los médicos que plantean, replantean y discuten los problemas a todos los niveles posibles y/o hacen buena parte de las veces de camilleros, de auxiliares de limpieza, además de cargar con toda la responsabilidad de un paciente enfermo ante su familia, el propio paciente y la sociedad. Las deficiencias en el sistema de atención médica son tan graves, en nuestra opinión, que nos obliga por estas cuestiones y otras de recursos que se mantienen de forma transitoria o permanente, a no brindar una atención profesionalmente ética y digna a nuestro pueblo, como es nuestro sagrado deber.
Por otra parte, las reparaciones emprendidas en nuestro centro, y que llevan más de 10 años de ejecución, poco han cambiado la inviabilidad de un hospital horizontal en los tiempos actuales; la mayoría de las reparaciones son coloretes a edificios viejos, realizados con una pésima calidad y, por supuesto, una corta duración, lo cual aumenta la frecuencia de la nueva reparación. Salas que han demorado 10 años, hoy se desmoronan 4 meses después de su apertura, ante el primer aguacero; filtraciones, derrumbes en los falsos techos, y un número importante de áreas declaradas inhabitables, constituyen el diario en nuestro trabajo y la estancia de nuestros pacientes. Las suspensiones de operaciones por causa del clima, del agua, insuficientes salones, o de cualquier cosa, dejaron de ser imprevistos, para convertirse en algo cotidiano. Ya las unidades quirúrgicas dejaron de ser las que tienen que estar listas para resolver los problemas de los pacientes, ahora somos los cirujanos los que tenemos que priorizar a uno u otro paciente en una lamentable y desgastante búsqueda de oportunidades quirúrgicas para un cubano que solo conocemos lamentablemente por causa de su enfermedad.
Solo a este panorama deprimente necesitamos sumarles las condiciones de confort que tienen los médicos y el personal en general, donde empezando por un salario que no le alcanza para vivir a él y a su familia, una atención degradante en los servicios de trabajo y guardia, que incluyen la ausencia de un lugar para descansar en las largas jornadas quirúrgicas o de trabajo, los varios kilómetros caminados en el recorrido entre salas, bajo el polvo, el sol y muchas veces la lluvia, la pésima calidad y suficiencia de la alimentación, la falta de un lugar decente donde practicar sus necesidades fisiológicas, y duchas para refrescar en el intenso calor o su limpieza ante una intervención contaminante, casi obligan, cuando se convierten en permanentes, a cambiar mentalidades. La fatiga, bien estudiada duplica las complicaciones[4, 5, 6, 7]; si además adjuntamos la cifra ridícula de 10 litros de gasolina que le dan mensualmente a los afortunados que tienen autos, y que no alcanza ni para ir al trabajo la primera semana del mes, entre otras muchos maltratos, se completa el cuadro de deterioro que influye de forma determinante en la atención medica que se le brinda al pueblo. Hoy es imposible pedirle a un médico, aún con auto, que acuda al hospital en el horario de la noche a ver su paciente operado, o que venga el domingo, como ha sido habitual en los cirujanos históricamente; más que eso, es imposible pedirle que venga a reintervenir un paciente complicado a las 10 PM y que no hace falta ser muy inteligente para saber lo que pasa con un caso que se ha tenido que reintervenir 5 veces por cirujanos distintos.
Nosotros consideramos que esta situación desastrosa indiscutiblemente genera complicaciones en los pacientes, donde estudios demuestran que después de 6 horas de trabajo de un cirujano las complicaciones se le multiplican [4, 5, 6, 7]; por supuesto, hablamos de trabajo con confort adecuado. También en muchos casos, la muerte, que le brindamos cuando se trata de un paciente terminal que casi no tiene salvación, no es éticamente digna, pues no se puede hacer con él lo que merece o lo que se debe hacer, en el tiempo que se debe hacer: ejemplos múltiples tenemos todos los cirujanos que laboramos en este centro, y gran parte de la población que observa y critica que lo que se dice en el panorama informativo nada tiene que ver con nuestro país y nuestros hospitales.
Pensamos que el gobierno nuestro tiene compromiso en todo esto, pues existen para satisfacer las necesidades del pueblo, para resolver los problemas del pueblo, de los trabajadores, porque simplemente son los responsables de mantener los centros hospitalarios, de que los trabajadores se formen adecuadamente en un sistema educacional justo y de calidad, que les imprima una educación ética y consecuente con la labor que van a realizar, o nadie piensa por qué los médicos, ingenieros, constructores, en las misiones se entregan en su trabajo: lo hacen porque el trabajo genera su mejoría, la de su familia y la de la sociedad donde viven, pero por desgracia, eso solo se alcanza en nuestro país saliendo del mismo, saliendo del país que nos vio nacer[10], el que es nuestro, por derecho, el que nadie, absolutamente nadie, tiene el derecho de arrebatarnos nuestra identidad por ningún concepto, y por el que debemos entregar incluso la vida para que siga siendo nuestra nación independiente.
Las desgracias narradas no vienen solas, llegan despacio cuando se mantiene por años la inversión del nivel de vida de las personas con su capacidad y entrega, ley socialista bien conocida por todos: “a cada cual según su trabajo”. Cuando los gobiernos, con sus leyes, decretos, circulares especiales, y sus decisiones y disposiciones, van comprometiendo el futuro, ¿hasta cuándo vamos a agradecerle a la generación del centenario por haber cumplido con su deber y su obligación de liberar a Cuba, mientras nuestra generación espera para cumplir con su deber de desarrollar y darles a nuestra familia, a nuestros hijos, a nuestros hermanos cubanos la vida que se merecen, mientras las destructoras huellas de la corrupción transitan con libertinaje singular para cada lado de la sociedad al que se pueda dirigir la mirada? Como decía José Martí: “en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno”. El gobierno es responsable de todo esto, y no solo de saberlo, sino también de resolverlo. Por eso, y antes de que continúe siendo tarde y sucedan acontecimientos como los del hospital de Mazorra, decidimos en este colectivo de médicos, sacrificados, trabajadores, dedicados, éticos, y sobre todo bien mal tratados, informar a usted y a los responsables de todas estas preocupaciones, graves en nuestra modesta opinión, desde este lugar tan subvalorado en la escala social como lo constituye el heroico e histórico servicio de cirugía general del hospital más antiguo de nuestra querida patria.

domingo, 16 de septiembre de 2012

EL DOLOR DE CACHITA


El 8 de septiembre es un día importante para los cubanos, vivan donde vivan: es el cumpleaños de la Caridad del Cobre, Cachita, Oshún. No importa si la persona profesa la religión católica o la afrocubana. No interesa si el rezo proviene de la Iglesia o de los ocultos sincretismos que invaden a la Isla.

Hay quienes dicen que los cubanos, sea cual sea su piel, posición social, ideología, color de ojos o preferencias por uno u otro equipo de béisbol – la otra pasión cubanísima, junto al dominó- son martianos y adoradores de Cachita. La Virgen Mambisa ha protagonizado páginas gloriosas de amor, dolor, desgarramientos, luchas, muertes. A ella se le reza en alta mar, cuando el hombre es sólo pasto de los elementos.  Se le invoca ante el hambre y se le castiga o premia si cumple los deseos. Golosa, pícara, femenina, coqueta, Cachita forma parte de la nación cubana: de los que aparentan ignorarla y de los que son sus fieles y devotos seguidores.

En el exilio, Cachita toma el significado de la Patria. Ella, aparecida entre las aguas turbulentas del mar, sola, abandona y a la deriva, es un paradigma para todos los exiliados que han sentido, alguna vez, lo mismo. Se busca su imagen entre la nieve, la lluvia, el sol, el  salitre. Se invoca su protección ante males e incomprensiones. Ella, Cachita, Oshún, es la madre de todos los cubanos.

Este 8 de septiembre fuimos a la Catedral Metropolitana del D.F. Mi pequeña hija nos acompañaba: iba a ser su primer acto de salutación cumpleañera a la Virgen Mambisa. Como cada sábado, el Centro estaba atestado pero logramos llegar al santuario. No era un cumpleaños más: la Patrona de Cuba cumplía su  400 aniversario y hasta en la Isla hubo celebraciones durante todo el año: un peregrinar que la llevó a los rincones más remotos del país. Pero cuál no sería mi perplejidad al ver que la capilla donde la tienen no sólo estaba en reparaciones sino, además, cerrada. Pregunté si no la iban a sacar; indagué, entre el asombro y la desesperación, pero la indiferencia de la única trabajadora –en Informaciones- me demostró que estaba luchando contra lo imposible. Perseguí al único cura que estaba en esos momentos que se esfumó antes de alcanzarlo y junto a él mi esperanza de rendirle merecido tributo a la Madre de los cubanos en su  onomástico

Dejé escrita mi frustración, enojo, ira, desconsuelo, pero dudo mucho que  haya llegado a los oídos correspondientes. Considero una falta de respeto sin límites ni excusas que el día en que Cachita cumplía 400 años la Catedral haya ignorado de forma olímpica el hecho. Al menos, si la capilla estaba en reparaciones, debieron sacarla a otro sitio de la iglesia. Pienso que tal indiferencia no debe marcar a la iglesia mexicana porque están negando el derecho de todos sus seguidores a rendirle homenaje. Si no les importa lo que ella representa para cientos de miles de cubanos que viven en México y aportan, día a día, lo mejor de ellos en el crecimiento del país; si no les interesa en lo absoluto que precisamente este 8 de septiembre cumplía su cuarto siglo; si les vale que esté dentro de una capilla en reparación, llena de polvo, sucia, sola y olvidada; si, en fin, la tienen sólo por obligación o compromiso deberían, en nombre del más elemental sentido de respeto, retirarla de la Catedral. Es inadmisible lo que sucedió el sábado pasado pero es aún peor la frialdad con que las autoridades eclesiásticas olvidaron, negaron y mancillaron la figura de Cachita.

Intentaré que este texto llegue a ciertos medios. Me encantaría una respuesta de la Catedral y una disculpa no sólo a sus fanáticos sino, también, a Ella. Y, por último, si no les interesa en lo absoluto los santos específicos que se veneran en otros países -y en este caso no es uno más o cualquiera sino la Patrona de Cuba- sería mucho mejor retirarla de la Catedral. ¿Qué dirían en México si en un país latinoamericano le hicieran el mismo desaire a la Guadalupe? Seguro que la gritería se iba a oír hasta el Vaticano. Pero para exigir respeto hay que respetar primero.

Convoco a todos los interesados: a los seguidores de Cachita, a los cubanos que vivimos en México y a los que quieran sumarse, sean compatriotas o no- a  que hagamos una colecta para que Cachita tenga, dentro de la Catedral, al lado, afuera, donde la iglesia de México estime conveniente, un altar digno a su magisterio. Pido a todos que se comuniquen conmigo. Exhorto a la iglesia a responder; a todos los que sientan como suya esta causa a unirnos en un reclamo justo para  que el próximo 8 de septiembre Cachita tenga un hogar digno donde rendirle el tributo que se merece.
Agradecería sus comentarios, divulgación -citando la fuente- y ayuda para este proyecto.