QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE.

jueves, 29 de abril de 2010

BRIGADAS DE RESPUESTA RÁPIDA:III Y FINAL

Una nube se cierne sobre la Isla y nos negamos a verla. Escasea el aire como la comida. Se hunde la ética y prima el odio. Un inmenso tsunami nos cerca y pretendemos salvarnos encima de la mentira. Es necesario cazar al futuro a fuerza de amor, no de agresión. No te dejes embaucar. No golpees a tu hermano. Cuba cambiará, hoy o mañana, y estarás marcado por la ignominia. No grites. No pidas paredón. No golpees. No te sumes a la masa acéfala e intolerante que pretende acallar la voz propia a base de miedo. Si quieren aplastar a los que se oponen, que sean valientes y salgan ellos a la calle: los militares, la policía, los tanques. Que sean los responsables del baño de sangre. Tú no. Ese hermano o hermana que aboga por su familia es igual a ti: vive con una libreta, no come carne, no toma leche, no puede viajar. ¿Por qué los persigues? Si les molesta al gobierno, que ellos les apliquen las leyes. Que ellos golpeen. Tú no eres policía. Piensa que tu hijo puede estar mañana en una cárcel. O que tu sobrino puede morir escapando en una balsa. No se puede ser marioneta de nadie y es hora que lo sepas, cubano. No te pido siquiera que te lances a la calle. No te pido que hagas acciones terroristas. Sólo te suplico que pienses que golpear a alguien por no pensar igual es política de las cavernas.

Las fotos de los mítines de repudio están corriendo por Internet. Las fotos de los que golpean y gritan. Un grupo de abogados están decididos a emprender acciones legales contra ellos en el futuro. Si para ti ese futuro está muy lejano y piensas que Cuba jamás va a cambiar –aun contra las leyes de la dialéctica histórica, que han demostrado que si no cambias, pereces; que han demostrado un sistema Socialista que ha sucumbido en todo el mundo-, si crees que nadie te va meter miedo porque eres fuerte y no te importa un mañana de hipotéticos juicios –en un país donde los juicios sumarios y los paredones han sido regla de oro- apelo a tu humanidad. Golpear a un hermano porque piensa diferente es igual que golpear mujeres indefensas, o niños. Es igual a violar. No hagas jamás lo que no te gustaría que te hicieran a ti o tu familia. No cooperes con un gobierno cobarde, que te manda de carne de cañón –como lo hizo en África- y se esconde a vivir bien.
No al PCC: palo, cabilla y cable. No golpeo. No coopero. No me sumo a la barbarie. Quiero leche para mis hijos, no golpes contra mujeres. Quiero comer carne, no gritos de paredón. Quiero viajar, no escupir al que piensa diferente. Quiero vivir, no que mis hijos mueran en una balsa o en una cárcel.

Queremos vivir, hermano. Somos una sola familia cubana. No al odio.




Estas imágenes de las llamadas "brigadas de respuesta rápida", "mítines de repudio" nos denigran como pueblo. Dan asco.

miércoles, 14 de abril de 2010

LAS BRIGADAS DE RESPUESTA RÁPIDA II

Fue en 1989 ó 1990. Yo trabajaba ya en el Parque Histórico Militar Morro- Cabaña –vaya nombrecito- es decir, en el museo de fortificaciones y armamentos en La Cabaña. De más está decir que era –es- un sitio que pertenece a las FAR y por aquellos tiempos Raúl Castro se interesó muchísimo por el proyecto. Llevado de la mano de Eusebio Leal, las FAR se comprometieron a financiar el naciente museo Todos los civiles que trabajábamos allí éramos parte de la plantilla FAR en lo que se denominaba “civiles de las FAR” en Cuba. Y nuestros jefes eran militares.

Un día llegó “de arriba” la orden de formar las brigadas de acción o respuesta rápida en el Museo. Todos pensábamos que la época de los mítines de repudio habían pasado; que aquellas maratónicas “marchas del pueblo combatiente” pertenecían al fatídico año 1980. Sólo ahora comprendo que los ciclos en Cuba se repiten y no hay espirales, sino una y otra vuelta a lo pasado, a lo que funcionó en un momento dado, a aferrarse a lo mismo con la esquizofrenia de los que no quieren otras soluciones. Porque en 1959 el “pueblo enardecido” gritó “Paredón, paredón” a los que no pensaban igual y no defendían a la Revolución: pero también a todos los diferentes, extraños, llámense torturadores batistianos, homosexuales o el tipo de la esquina que me cae mal. En el 80, les gritamos escorias, gusanos, lumpen a los que se iban del país por aspirar a un mundo diferente. Y en 1990 nos decían que había que armar los grupos que darían golpizas a todos los “desafectos”.

Ya no teníamos 14 años ni éramos unos adolescentes confundidos. A Pepe se le ocurrió una idea genial: él haría la carta y todos la firmaríamos. Al teniente coronel Juan Manuel, que dirigía el museo en ese momento, le pareció bien: Pepe era el hijo de un intelectual reconocido, un tipo de confianza. Ni corto ni perezoso, Pepe escribió: LOS ABAJO FIRMANTES ESTAMOS DE ACUERDO CON ESO. Y todos los museólogos y el departamento de diseño y arquitectura firmamos.

Juan Manuel no sabía qué hacer con aquella carta. ¿Qué era ESO? Con mucha seriedad, Pepe le explicó que, por supuesto, eran las directrices de las FAR y el PCC en torno a la formación de las Brigadas de Respuesta Rápida. Y ahí quedó todo, supuestamente, porque muchos años después me enteré que por eso –y otras cosillas que les contaré algún día- fuimos tachados como personas de poca confiabilidad ideológica y vetados para entrar al PCC.

Me pregunto cuánta gente puede burlar así la presión. Pero si sé que hay formas para que no nos obliguen a gritar, golpear, vilipendiar, atacar. Porque no podemos volver a la misma situación de 1980. Porque ya es hora de aprender a respetar la diversidad, sea de raza, creo, filosofía o política.

Por eso, es necesario no seguir las instrucciones del 2010:

http://www.scribd.com/doc/29481408/Plan-de-represion-estatal

Y es imprescindible no olvidar:



CONTINUARÁ...

martes, 6 de abril de 2010

LAS BRIGADAS DE RESPUESTA RÁPIDA I


Corría el año 1980. Una inaudita explosión de cubanos cansados de promesas incumplidas protagonizó las hoy célebres tomas de la Embajada del Perú y la Oficina de Intereses de EU. Yo no había cumplido 15 años todavía pero recuerdo con nitidez aquellos días lunáticos: nos sacaban de la Secundaria –Protesta de Baraguá la mía, en Centro Habana- y nos llevaban a hacer “actos de repudio” contra todos aquellos gusanos, antisociales, apátridas que se atrevían a abandonar Cuba. Una masa libre de adolescentes -¡se suspendían las clases!- se lanzaban a la calle con licencia para tirar huevos, tomates, piedras; se podía gritar, agredir verbalmente a adultos, viejos, niños, jóvenes de nuestra edad. Se podían perseguir con golpes –que los hubo, no nos engañemos- a los que se “iban”. Después, fueron las Marchas del Pueblo Combatiente, donde cada CDR controlaba a los que no se presentaban y los marcaba, automáticamente, como desafectos.

Fueron tiempos convulsos. Yo y varias de mis amigas estábamos en el proceso para entrar a la UJC. En una de las entrevistas, ingenuamente, convencida que con la verdad en la mano siempre saldría adelante en una sociedad justa –como la cubana- me pronuncié a favor de los viajes de la Comunidad y en contra de golpear a nadie en los mítines de repudio. Con mis 14 años a cuestas sentí terror, una semana después, cuando comprendí que había metido la pata; que me llamaban para decirme que tenía debilidades ideológicas coronadas con mucha, demasiada familia en Estados Unidos. Mis argumentos, los de siempre –que mi única familia era mi abuela; que sí, que ella se había ido en 1960 y, por supuesto, jamás habíamos roto relaciones- parecieron empeorar el asunto. La historia revolucionaria de mis padres, el sacrificio de mi madre al quedarse sola en Cuba con apenas 16 años –aun cuando se marchó toda su familia al exilio- primó y sólo me escribieron en el expediente que “debido a mi edad necesitaba más ayuda en mi formación revolucionaria pero que no tenía problemas de diversionismo ideológico”

Me sentí aliviada porque nadie de la familia estaría en problemas. Entré a la UJC y milité en ella 15 años. Pero me prometí que jamás golpearía a nadie ni formaría parte de aquella masa acéfala que tiraba huevos. A partir de ese momento, comencé a ir a los actos de repudio y me mantenía lo más lejos posible y sólo gritando de vez en cuando mientras a mi alrededor las fueras malignas del gobierno alentaban el odio, las rencillas personales, los golpes y el escarnio.

Era 1980. Yo tenía 14 años. Habían nacido las Brigadas de Respuesta Rápida y los denigrantes Mítines de Repudio.

Estamos en el 2010. Y la situación se retoma:

http://www.scribd.com/doc/29481408/Plan-de-represion-estatal




Continuará…