QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE.

jueves, 30 de diciembre de 2010

BIENVENIDO EL 2011

Un año se acaba y las expectativas crecen en todos los sentidos, porque el futuro es siempre una interrogante y a los seres humanos nos gusta soñar. No voy a caer en el fatalista "otro año se nos va" porque soy de las que pienso que los años no se van si sabemos vivirlos. En lo personal, ha sido un año fantástico y arremeteré el próximo con toda una serie de nuevas ideas y compromisos.

No les voy a desear salud, amor y prosperidad porque es lo obvio, lo que todos pretendemos. Quisiera un 2011 lleno de tolerancia, comprensión y ecuanimidad. Me encantaría desterrar los odios inocuos y las prepotencias absurdas. Sueño con un año lleno de lógica en un mundo cada vez más ilógico. Doce meses de verdaderas compañías humanas -no las cibernéticas. Pido por todos,para que el calor de la verdadera amistad nos ilumine. Y los tropiezos de la vida -que siempre los habrá- sean sólo para fortalecernos como individuos. Que siempre esté ahí la mano salvadora, la sonrisa amable y los ojos límpidos.

Pido un 2011 libre de dolores para mi país. Porque todos los cubanos seamos capaces de hundir las diferencias y hacer florecer la hermandad. Una mano tendida desde La morada, porque la Patria es nuestra y nadie nos la puede quitar.

A uds., mis lectores, nunca será suficiente mi agradecimiento por su infinita paciencia y su compañía siempre agradable. Soy su eterna deudora.

QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA NOS ACOMPAÑE EN TODOS LOS FUTUROS CAMINOS RECURRENTES.

FELIZ AÑO NUEVO.

domingo, 19 de diciembre de 2010

HOY, 19 DE DICIEMBRE: HOMENAJE AL MAESTRO

El 19 de diciembre de 1910 nació en La Habana un niño que estaba signado a convertirse en uno de los grandes escritores de Cuba y las letras españolas: José Lezama Lima. Con el transcurso del tiempo, la obra de Lezama pasó a formar parte de los anales literarios, no obstante la incomprensión, persecución y desidia a la que fue sometido en toda su vida.
Hoy no les voy a hablar de su obra sino de cómo el azar concurrente hizo que yo conociera a un escritor censurado en su país por años. Porque aunque ahora haya una especie de “regocijo cubano” por las efemérides, lo cierto es que, en 1985, cuando quise hacer mi primer trabajo acerca del autor –en la Universidad de La Habana- no me lo permitieron, con el pretexto de que “iba a ser muy difícil para mí”. Pero mi historia con Lezama empieza antes.
Estaba yo en el preuniversitario –bachillerato, prepa- cuando, por un trabajo extra que estaba haciendo para un concurso, cayó en mis manos Cambiar las reglas del juego, de Armando Hart. Allí se hablaba de Lezama y empecé a indagar quién era ese escritor del que el flamante Ministro de Cultura hablaba nada bien. Sólo saqué en limpio que era un autor censurado, homosexual, contrarrevolucionario –fue lo que me dijeron. No pude sacar más nada de mis insistentes preguntas a conocidos literatos pero Lezama ya estaba en mi camino.
En el primer semestre de la Universidad, había una asignatura en la que nos enviaban a trabajar, durante un mes, en un lugar relacionado con nuestro futuro profesional. Me tocó el Municipio de Cultura de Centro Habana –por la cercanía a mi casa. Cuando llegamos el primer día, nos explicaron que realizaríamos unas investigaciones de escritores que habían vivido –o vivían aún- en el municipio. No pude creer en mi suerte cuando el nombre de José Lezama Lima retumbó en aquella oscura oficina.
Mi amor a Lezama despegó aquella mañana de enero de 1984 y, durante los años, ha sido más que un influjo poderoso: se ha convertido en parte de mi vida. El azar concurrente que permea toda su obra irrumpió en mi existencia para no abandonarme jamás: mi tesis de Licenciatura, el Premio Pinos Nuevos 1997, la tesis de Doctorado y todos los eventos en los que he participado son una muestra de ello. Hoy, 19 de diciembre de 2010, quiero recordarlo como el hombre que fue, el cubano excepcional que aguantó, contra viento y marea, el escarnio público. Sus censores pasados son sólo sabandijas que se tragará la Historia. Mientras, él, escritor de nuestras esencias, vibra en el parnaso de los grandes.
QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LO ACOMPAÑE, HOY Y SIEMPRE.

FOTO: IVÁN CAÑAS.

viernes, 3 de diciembre de 2010

África :El Vietnam Cubano

Soy de la generación de la guerra de Angola y de Etiopía. Mi padre estuvo a punto de ir a Etiopía: lo salvó su trabajo de entonces, Jefe de Contabilidad con un salario envidiable para la época, casi 400 pesos. Si iba a la guerra y moría, había que pagarle el salario a la viuda por siempre. Asi que a los que ganaban más los enviaron a casa, con el anuncio "ya los llamaremos". Pura matemática cínica, fueron a África los que ganaban 100 pesos mensuales.

Tuve un novio que pasó su servicio militar en Etiopía. Y compañeros en la Universidad que vinieron de las selvas, con la orden 18, a estudiar.

No quiero hablar de esa época. No puedo.

Los dejo hoy con un avasallador escrito del blog El Opositor: http://comunismogenocida.blogspot.com/2007/09/frica-el-vietnam-cubano.html



Cementerio de cubanos
POR: Antonio Conte


"En las afueras de Addis Abeba, sobre una colina helada, se levanta, imponente, una iglesia Copta. Junto al templo, un cementerio de soldados cubanos. Un etíope alto, de dientes blancos y parejos, como los dientes de casi todos los habitantes de Abisinia, custodia el camposanto.

Se abre la verja de hierro y el viento helado de la cumbre se mezcla con el chirrido del metal y los murmullos de los feligreses que salen y entran de la iglesia. Los túmulos se levantan a ambos lados del sendero donde crecen girasoles, margaritas, rosas, begonias, y flores exóticas de Etiopía.

Cementerio sin cruces, sin epitafios. Sólo los nombres de los muertos, las fechas de nacimiento, las fechas de la muerte. Apenas dos, tres, cuatro docenas de sepulcros.

Nadie sabe si ese hombre muy alto, celador del cementerio de cubanos, recibe algún salario por su misión. O si él solo asumió humanamente la tarea de no permitir que la mala yerba y el olvido oculten para siempre las tumbas de la colina.

Yo vi a mis compatriotas muertos, tendidos junto a la iglesia Copta. Y pregunté: ¿qué hacían allí esos muertos? ¿Por qué fueron a morir tan lejos?

Lo más probable es que el cementerio ya no exista, y que los feligreses que acuden diariamente al santuario no recuerden que allí estuvieron enterrados jóvenes cubanos muertos en los campos de Abisinia nadie sabe para qué. La defensa de Haile Marian no justifica la muerte de un solo cubano.

¿Qué sucedió con el hombre que cuidaba el sueño eterno de los soldados? Habrá muerto en un rincón desconocido de su inmenso país.

En Luanda hubo también un cementerio de cubanos, infinitamente más grande que el cementerio de la colina, en las afueras de Addis Abeba. Y uno se repite la misma pregunta: ¿Por qué fueron a morir tan lejos miles de jóvenes compatriotas?

Acaso los amigos teóricos que investigan y se preguntan una y otra vez cuál es la ideología de Fidel Castro: si gángster o marxista, si galgo o si podenco, podrían preguntarse también por qué fueron a morir los cubanos a Angola y Etiopía.

Nadie responde, nadie. Esos soldados muertos también forman parte de una historia común. Una historia que casi todo el mundo olvida con frecuencia, o que no quiere escuchar.

Yo vi aquel cementerio de la helada colina junto a la iglesia Copta. Y vi al etiope que cuidada, sin pronunciar palabras, las flores y las tumbas de los muertos. Y pregunté en voz baja, para que el viento dispersara mis palabras por las cumbres cercanas: ¿quién va a responder por ellos y por tanto sollozo acumulado?

Me despedí del cementerio con la mirada fija en las tumbas de los soldados. Saludé al celador con apenas un movimiento de cabeza.

No dije a nadie que estuve a punto de llorar."