QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE.

jueves, 30 de diciembre de 2010

BIENVENIDO EL 2011

Un año se acaba y las expectativas crecen en todos los sentidos, porque el futuro es siempre una interrogante y a los seres humanos nos gusta soñar. No voy a caer en el fatalista "otro año se nos va" porque soy de las que pienso que los años no se van si sabemos vivirlos. En lo personal, ha sido un año fantástico y arremeteré el próximo con toda una serie de nuevas ideas y compromisos.

No les voy a desear salud, amor y prosperidad porque es lo obvio, lo que todos pretendemos. Quisiera un 2011 lleno de tolerancia, comprensión y ecuanimidad. Me encantaría desterrar los odios inocuos y las prepotencias absurdas. Sueño con un año lleno de lógica en un mundo cada vez más ilógico. Doce meses de verdaderas compañías humanas -no las cibernéticas. Pido por todos,para que el calor de la verdadera amistad nos ilumine. Y los tropiezos de la vida -que siempre los habrá- sean sólo para fortalecernos como individuos. Que siempre esté ahí la mano salvadora, la sonrisa amable y los ojos límpidos.

Pido un 2011 libre de dolores para mi país. Porque todos los cubanos seamos capaces de hundir las diferencias y hacer florecer la hermandad. Una mano tendida desde La morada, porque la Patria es nuestra y nadie nos la puede quitar.

A uds., mis lectores, nunca será suficiente mi agradecimiento por su infinita paciencia y su compañía siempre agradable. Soy su eterna deudora.

QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA NOS ACOMPAÑE EN TODOS LOS FUTUROS CAMINOS RECURRENTES.

FELIZ AÑO NUEVO.

domingo, 19 de diciembre de 2010

HOY, 19 DE DICIEMBRE: HOMENAJE AL MAESTRO

El 19 de diciembre de 1910 nació en La Habana un niño que estaba signado a convertirse en uno de los grandes escritores de Cuba y las letras españolas: José Lezama Lima. Con el transcurso del tiempo, la obra de Lezama pasó a formar parte de los anales literarios, no obstante la incomprensión, persecución y desidia a la que fue sometido en toda su vida.
Hoy no les voy a hablar de su obra sino de cómo el azar concurrente hizo que yo conociera a un escritor censurado en su país por años. Porque aunque ahora haya una especie de “regocijo cubano” por las efemérides, lo cierto es que, en 1985, cuando quise hacer mi primer trabajo acerca del autor –en la Universidad de La Habana- no me lo permitieron, con el pretexto de que “iba a ser muy difícil para mí”. Pero mi historia con Lezama empieza antes.
Estaba yo en el preuniversitario –bachillerato, prepa- cuando, por un trabajo extra que estaba haciendo para un concurso, cayó en mis manos Cambiar las reglas del juego, de Armando Hart. Allí se hablaba de Lezama y empecé a indagar quién era ese escritor del que el flamante Ministro de Cultura hablaba nada bien. Sólo saqué en limpio que era un autor censurado, homosexual, contrarrevolucionario –fue lo que me dijeron. No pude sacar más nada de mis insistentes preguntas a conocidos literatos pero Lezama ya estaba en mi camino.
En el primer semestre de la Universidad, había una asignatura en la que nos enviaban a trabajar, durante un mes, en un lugar relacionado con nuestro futuro profesional. Me tocó el Municipio de Cultura de Centro Habana –por la cercanía a mi casa. Cuando llegamos el primer día, nos explicaron que realizaríamos unas investigaciones de escritores que habían vivido –o vivían aún- en el municipio. No pude creer en mi suerte cuando el nombre de José Lezama Lima retumbó en aquella oscura oficina.
Mi amor a Lezama despegó aquella mañana de enero de 1984 y, durante los años, ha sido más que un influjo poderoso: se ha convertido en parte de mi vida. El azar concurrente que permea toda su obra irrumpió en mi existencia para no abandonarme jamás: mi tesis de Licenciatura, el Premio Pinos Nuevos 1997, la tesis de Doctorado y todos los eventos en los que he participado son una muestra de ello. Hoy, 19 de diciembre de 2010, quiero recordarlo como el hombre que fue, el cubano excepcional que aguantó, contra viento y marea, el escarnio público. Sus censores pasados son sólo sabandijas que se tragará la Historia. Mientras, él, escritor de nuestras esencias, vibra en el parnaso de los grandes.
QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LO ACOMPAÑE, HOY Y SIEMPRE.

FOTO: IVÁN CAÑAS.

viernes, 3 de diciembre de 2010

África :El Vietnam Cubano

Soy de la generación de la guerra de Angola y de Etiopía. Mi padre estuvo a punto de ir a Etiopía: lo salvó su trabajo de entonces, Jefe de Contabilidad con un salario envidiable para la época, casi 400 pesos. Si iba a la guerra y moría, había que pagarle el salario a la viuda por siempre. Asi que a los que ganaban más los enviaron a casa, con el anuncio "ya los llamaremos". Pura matemática cínica, fueron a África los que ganaban 100 pesos mensuales.

Tuve un novio que pasó su servicio militar en Etiopía. Y compañeros en la Universidad que vinieron de las selvas, con la orden 18, a estudiar.

No quiero hablar de esa época. No puedo.

Los dejo hoy con un avasallador escrito del blog El Opositor: http://comunismogenocida.blogspot.com/2007/09/frica-el-vietnam-cubano.html



Cementerio de cubanos
POR: Antonio Conte


"En las afueras de Addis Abeba, sobre una colina helada, se levanta, imponente, una iglesia Copta. Junto al templo, un cementerio de soldados cubanos. Un etíope alto, de dientes blancos y parejos, como los dientes de casi todos los habitantes de Abisinia, custodia el camposanto.

Se abre la verja de hierro y el viento helado de la cumbre se mezcla con el chirrido del metal y los murmullos de los feligreses que salen y entran de la iglesia. Los túmulos se levantan a ambos lados del sendero donde crecen girasoles, margaritas, rosas, begonias, y flores exóticas de Etiopía.

Cementerio sin cruces, sin epitafios. Sólo los nombres de los muertos, las fechas de nacimiento, las fechas de la muerte. Apenas dos, tres, cuatro docenas de sepulcros.

Nadie sabe si ese hombre muy alto, celador del cementerio de cubanos, recibe algún salario por su misión. O si él solo asumió humanamente la tarea de no permitir que la mala yerba y el olvido oculten para siempre las tumbas de la colina.

Yo vi a mis compatriotas muertos, tendidos junto a la iglesia Copta. Y pregunté: ¿qué hacían allí esos muertos? ¿Por qué fueron a morir tan lejos?

Lo más probable es que el cementerio ya no exista, y que los feligreses que acuden diariamente al santuario no recuerden que allí estuvieron enterrados jóvenes cubanos muertos en los campos de Abisinia nadie sabe para qué. La defensa de Haile Marian no justifica la muerte de un solo cubano.

¿Qué sucedió con el hombre que cuidaba el sueño eterno de los soldados? Habrá muerto en un rincón desconocido de su inmenso país.

En Luanda hubo también un cementerio de cubanos, infinitamente más grande que el cementerio de la colina, en las afueras de Addis Abeba. Y uno se repite la misma pregunta: ¿Por qué fueron a morir tan lejos miles de jóvenes compatriotas?

Acaso los amigos teóricos que investigan y se preguntan una y otra vez cuál es la ideología de Fidel Castro: si gángster o marxista, si galgo o si podenco, podrían preguntarse también por qué fueron a morir los cubanos a Angola y Etiopía.

Nadie responde, nadie. Esos soldados muertos también forman parte de una historia común. Una historia que casi todo el mundo olvida con frecuencia, o que no quiere escuchar.

Yo vi aquel cementerio de la helada colina junto a la iglesia Copta. Y vi al etiope que cuidada, sin pronunciar palabras, las flores y las tumbas de los muertos. Y pregunté en voz baja, para que el viento dispersara mis palabras por las cumbres cercanas: ¿quién va a responder por ellos y por tanto sollozo acumulado?

Me despedí del cementerio con la mirada fija en las tumbas de los soldados. Saludé al celador con apenas un movimiento de cabeza.

No dije a nadie que estuve a punto de llorar."

sábado, 20 de noviembre de 2010

INSTRUCCIONES PARA VIAJAR A CUBA




1- Por favor, ud. no está viajando a un país normal, por lo tanto, no intente aplicarle reglas lógicas.
2- Por muy grande que ud. compre la maleta, jamás será lo suficientemente grande.
3- Visto el punto anterior, le aconsejo comprar un contenedor.
4- Es importante que tenga a mano una pesa porque el proceso de pesar- sacar-pesar-sacar será infinitamente largo y doloroso.
5- Leído el punto cuatro, le recomendamos proveerse de pastillas para calmar los nervios.
6- Lleve dinero en efectivo, recuerde que pueden no servir sus tarjetas, los cajeros, las terminales de pago…
7- Tenga a mano chocolates cuando llegue al aeropuerto de La Habana: todo el mundo le pedirá chocolate.
8- No viaje sin kleenex, recuerde que el papel higiénico y las servilletas son lujos capitalistas que suelen escasear.
9- Lleve barritas energéticas, le pueden salvar la vida bajo el calor habanero.
10- Vaya bien provisto de medicinas, hasta las más elementales las necesitará.
11- No olvide una buena provisión de bolígrafos, nadie tiene y todos le pedirán la suya para nunca devolverla.
12- Si no quiere pagar la brutal cifra de 8 cuc para entrar a ver el cañonazo de las nueve en La Cabaña, vístase como cubano, camine como cubano, hable como el asere más asere y quizás salga ileso.
13- Los cocotaxis son cazadores de turistas: si está cansado, sea más extranjero que nunca para que accedan a llevarlo pero no sea comemierda, porque le pueden cobrar más que un taxi. Mantenga una posición intermedia: extranjero-no-comemierda.
14- Vaya con un cubano a comprar y deje que él hable: le darán precios más baratos.
15- No discuta con nadie, si quiere hacerse el sueco hable en vietnamita o venusinano y lo dejarán en paz.
16- NO OLVIDE COMER BOCADITO DE HELADO EN OBISPO Y HABANA, SERÁ TODO UN ORGASMO DE SENSACIONES.

martes, 26 de octubre de 2010

LEZAMA NOS UNE

Allí estábamos, cubanos todos, nacidos en lugares y fechas diferentes. Unidos por una misma pasión. Unos venían de Cuba, pero había otros de lugares tan lejanos como Suecia. Desperdigados por el mundo. Anhelando sueños diferentes o, quizás -quién sabe- el mismo sueño. Lezama nos cobijó durante tres días en Puebla. Lezama nos unió bajo otro cielo, otro aire, otro acento. No hubo una sola palabra altisonante o irrespetuosa para los diversos modos de ver la vida. La palabra fue metáfora y la espera se hizo perceptible, más humana que nunca. “Estira tu mano y encontrarás la noche y su mano amiga”. Ofrecimos la mano y recibimos sonrisas: sin escarnios, sin muros, sin intolerancia. En medio de las aguas congeladas o hirvientes/un puente, un gran puente que no se le ve/pero que anda sobre su propia obra manuscrita. Quizás sea un signo, una imago concurrente de posibles futuros para todos. De futuras manos y enigmas. Un gran puente entre nosotros. Entre nosotros y la Isla. Desde la Isla al Mundo. Por azar o libre elección. Un gran puente nos convida a brindar agua en el desierto, pez en el mar, pan en los brazos vacíos de nostalgias. Un puente que no vemos pero que sí vamos construyendo. No nos fugaremos sin alas porque las astas del ciervo asesinado son peces, son llamas, son flautas. Envolveremos labios que hace mucho se han desligado de la Isla. Limpiaremos las manos sin sangre y cobijaremos las nuevas.

Hoy, Lezama nos ha unido.
Que el ángel de la jiribilla nos acompañe en todos los futuros caminos recurrentes.
Puebla, octubre de 2010.

jueves, 30 de septiembre de 2010

KE CHIDO, GÜEY.

Acabo de ser testigo de la más kafkiana interpretación de la ley que jamás pude imaginar. Y miren que en mi trabajo diario leo horrores. En la farmacia del Soriana cercano a mi casa, una joven llegó con una receta –nunca supe a ciencia cierta qué quería comprar- y la farmacéutica no se la aceptó porque no traía la fecha. Hasta ahí todo era lógico: si no aparece fechado, ¿ puede imaginar alguien cuándo fue recetada la medicina en cuestión? Pero la joven le ripostó que la ley decía que bastaba con la firma y el número de la cédula. Presentí que el asunto se ponía buenísimo y dejé pasar a dos personas de la cola sólo para ver en qué terminaba aquel duelo. La sorpresa vino cuando, escrito en mano, la despachadora interpretó la ley en cuestión. No, no la leyó solamente: se atrevió a una muy libre explicación del verbo “adquirir”.
No sé de dónde sacaron la ley en esa farmacia. En palabras textuales de la vendedora, la receta tiene que tener la FECHA DE ADQUISICIÓN . Y la joven, malhumorada ya, le ripostó que ADQUISICIÓN significa COMPRA pero… sorpresa: para nuestra farmacéutica ADQUIRIR implica que cuando el médico remite, ordena, expide, manda, cursa, emite, instruye una prescripción, el paciente está ADQUIRIENDO UNA RECETA.
Creo que aquí hay varios puntos interesantes de análisis. ¿Por qué –me pregunto- si existe un número elevado de sinónimos en español para el acto de expedir una receta, el (los) que escribieron la ley colocan un ambiguo ADQUIRIR? ¿Acaso en nuestro hermoso idioma no viven, existen, hay, se emplean, destinan, aplican, etc, etc, un considerable número de sinónimos? ¿Podemos exigir el cumplimiento de una ley si no viene bien escrita? ¿Alguien le dijo a los expendedores de medicinas que ellos tenían que interpretar la ley? ¿Podemos confiar en un precepto m al redactado y peor definido?
Según la RAE, adquirir es:
1. tr. Ganar, llegar a tener algo:
adquirió la experiencia que necesitaba.
2. Comprar:
adquirió un coche de segunda mano.
Es decir, ¿ganamos una receta? O más ambiguo todavía, ¿llegamos a tener una receta? –como si fuera un concurso. Es aberrante que mientras las escuelas y la sociedad en general están tomando la decisión inadmisible de estudiar, hablar, entender y comunicarse en inglés, las personas que deben escribir las leyes no poseen ni la más mínima idea del uso del español y dejen a farmacéuticos –que podrán ser excelentes en su rubro, no lo niego- la terrible responsabilidad de una interpretación descabellada. Si no se maneja el idioma materno, ¿qué hacemos experimentando en inglés? Qué maravilla: analfabetos funcionales en español, que no conocen el significado de las palabras, no utilizan sinónimos correctos e interpretan lo que les viene en gana pero… genios en inglés. Mexicanos que no pueden comunicarse en español y pretenden realizar largos discursos corporativos en otro idioma.
Hoy fue una receta que no se vendió. Mañana puede ser peor: mañana, quizás, la vida de una persona corra peligro por una nefasta redacción y una paupérrima interpretación. Claro, eso no es importante: lo realmente imprescindible es mostrar a ciudadanos con un acento anglosajón impecable.

Ke chido, güey. Vamos a adquirir español.

domingo, 12 de septiembre de 2010

¿ VAMOS A CHOTEAR?



El siguiente escrito fue tomado del blog Octavo Cerco, que se publica desde Cuba por Claudia Cadelo. Dadas las últimas palabras de Fidel, tomen en consideración que yo no quise decir que esto fuera un choteo sino todo lo contrario.


“El modelo cubano ya no funciona ni para nosotros.”
Por: Claudia Cadelo

El modelo cubano no funcionaba para nosotros ni cuando se me ocurrió.
Cuando se cayó el bloque socialista el modelo no funcionó ni para nosotros.
Por mucho que reflexione, el modelo cubano ya no funcionará.
El modelo cubano no ha funcionado ni con Chávez.
Antes de mí, el modelo cubano había funcionado.
En cuanto hube creado el modelo cubano, fracasó.
El modelo cubano no habrá funcionado para nosotros ni cuando Raúl haya hecho los cambios.
Es posible que el modelo cubano no funcione ni para nosotros.
Que el modelo cubano no haya funcionado no afecta mis visitas al acuario.
Si el modelo cubano funcionara para nosotros, no lo habría creado yo.
Si el modelo cubano hubiera funcionado para nosotros yo me retractaría igual.
El modelo cubano nunca funcionaría.
El modelo cubano habría funcionado en otra dimensión.
El que hubiere publicado en el Granma que el modelo cubano no funciona, será fusilado.
¡Funciona, modelo cubano!

martes, 7 de septiembre de 2010

NO HAY PATRIA SIN LA CARIDAD DEL COBRE

Ellos eran tres, dicen: unos esclavos que habían salido en busca de sal. Los tres Juanes: un muchacho negro de 10 años (Juan Moreno) y dos hermanos de pura sangre india (Juan y Rodrigo de Hoyos), que trabajaban en las minas de cobre de la región. Corría el año de 1613. En el medio de la bahía de Nipe hallaron una imagen de la Virgen que rezaba: “Yo soy la Caridad”.
La encontraron en el mar. Para muchos, la leyenda tiene otro camino: había una tormenta en la zona y los tres Juanes, a punto de morir, fueron salvados por la milagrosa imagen. Para todos los cubanos, protege a los balseros en sus viajes lunáticos escapando de Cuba. Oshún, en su sincretismo afrocubano: orisha de las aguas dulces, de la sensualidad, la coquetería, la sexualidad femenina, el amor, la fertilidad. Cachita, para todos los cubanos. Septiembre, su mes. Hoy, 8 de septiembre, millones de cubanos en el mundo entero le llevarán girasoles o cualquier flor amarilla para rendirle tributo. Para rogarle por nuestro pobre país. Para pedirle, como hicieron nuestros héroes en el siglo XIX:
Desenvainando su espada Agramonte, como en el rescate de Sanguily, arengó a sus reducidas fuerzas, esta vez con un solo grito nacido del alma del bayardo:
"¡Que la Caridad del Cobre nos ilumine!"
El General Antonio Maceo dijo en una arriesgada situación militar:
"Vamos a cargar con el machete y con la Caridad del Cobre".
Y es José Marti, el Apóstol de la Independencia Cubana, el que en versos que tituló “Virgen María”, cuando iba por los caminos del mundo gritando el dolor de Cuba, dirigió a la Virgen este ruego vehemente:
"Madre mia de mi vida y de mi alma,
Dulce Flor encendida,
Resplandeciente y amorosa gasa
Que mi espiritu abriga".

"Mata en mi la zozobra
Y entre la sombra de mi alma brilla....
!El peregrino muera!
!Que la Patria no gima".

No hay patria sin La Caridad del Cobre.
Que ella nos ilumine en los tiempos por venir.

Santa María de la Caridad
que viniste como mensajera de paz,
flotando sobre el mar.
Tú eres la Madre de todos los cubanos.
A ti acudimos, Santa Madre de Dios,
para honrarte con nuestro amor de hijos.
En tu corazón de Madre ponemos
nuestras ansias y esperanzas,
nuestros afanes y nuestras súplicas;

Por la Patria desgarrada,
para que entre todos construyamos
la paz y la concordia.

Por las familias,
para que vivan la fidelidad y el amor.
Por los niños, para que crezcan sanos
corporalmente y espiritualmente.

Por los jóvenes para que afirmen su fe y
su responsabilidad en la vida y
en lo que da el sentido a la vida.
Por los enfermos y marginados,
por los que sufren en soledad,
por los que están lejos de la Patria,
y por todos los que sufren en su corazón.
Por la Iglesia Cubana
y su misión evangelizadora,
por los sacerdotes y diáconos, religiosos y laicos.
Por la victoria de la justicia
y del amor en nuestro pueblo.
¡Madre de la Caridad,
bajo tu amparo nos acogemos!
¡Bendita tú entre todas las mujeres
y bendito Jesús, el fruto de tu vientre!
A Él la gloria y el poder,
por los siglos de los siglos. AMEN.

martes, 31 de agosto de 2010

SOMOS APENAS SOBREVIVIENTES



St. Thomas, la isla principal de las Islas Vírgenes, territorio de los Estados Unidos de América. En ella se ubica la principal ciudad y puerto de la isla, Charlotte Amalie, que es también la capital del archipiélago. En el censo del año 2000 la población de Saint Thomas era de 51.181 habitantes, que constituían el 47% aproximadamente de la población de la isla, cuya extensión es de 80,9 km². Se dice que Cristóbal Colón avistó la isla en 1493 en su segundo viaje al Nuevo Mundo. Los Caribes, pueblo originario del territorio, desaparecieron en las primeras décadas de contacto con los europeos a causa de las enfermedades, la deportación y el exterminio. Es probable que los piratas usaran la isla durante los 150 años que siguieron al descubrimiento de América.
No lo niego: St. Thomas es hermosa y sus playas recuerdan esas otras que dejamos atrás. No se habla español y el idioma “del enemigo” puede establecer barreras difíciles. El calor es agobiante, brutal, caribeño. Se respira paz en este rinconcito del mundo. Se percibe prosperidad, a diferencia de otras islas del Caribe
Él vive en St. Thomas. No sé su nombre. Me dijo que era de Las Tunas y que no regresaría a Cuba en las condiciones en que está el país. Su cara refleja pánico cuando imagina Cuba. Acá vive del turismo, esperando la llegada de cada Crucero para proponerles a los turistas un recorrido por la isla.
Mi compatriota se despide de mí con el brazo en alto y una sonrisa nostálgica: “Nos vemos en Cuba, cuando todo cambie” Y mi corazón se encoge porque por muy bella y exótica que sea St. Thomas no se puede comparar, ni remotamente, con Cuba. Mi compatriota sobrevive y espera tiempos mejores. Hoy es St. Thomas. Hace cinco años fue aquella chica, mesera en una trattoria en Murano.
Todos somos sobrevivientes desperdigados por el mundo.

lunes, 23 de agosto de 2010

YO TE AMO, CIUDAD

Gastón Baquero (Banes, 4 de mayo de 1914 - Madrid, 15 de mayo de 1997) fue uno de los más importantes poetas de la Generación de Orígenes. Inició su acercamiento a Lezama Lima desde Verbum (1937), siguió en Espuela de plata (1939-1941) y participó también en Clavileño (1942-1944).La publicación de Poemas, en 1942, al que le sigue el mismo año Saúl sobre su espada, lo colocan de inmediato en el grupo de poetas clave de la literatura cubana. En aquellos años su principal campo de acción es el periodismo, en el que destaca. Llega a ser jefe de redacción del influyente y conservador Diario de la Marina.
Contrario a la revolución, se ve obligado a irse del país: escoltado por tres embajadores acreditados en La Habana toma un vuelo con rumbo a Madrid. Trabajó en el Instituto de Cultura Hispánica, en la Escuela de Periodismo y en Radio Exterior de España. Al mismo tiempo, escribió ensayos y artículos literarios para varias publicaciones, principalmente para la revista Mundo Hispánico.
El exilio convierte a Baquero, que en Cuba era una figura intelectual de poderosa influencia, en un hombre gris y aislado, ignorado por sus contemporáneos españoles y borrado por el gobierno de Castro de la historia intelectual cubana. Pero es en el exilio que Baquero regresa a la poesía. Poemas escritos en España aparece en 1960 y en 1966 se publica Memorial de un testigo, uno de sus libros más aclamados. En 1984 el poeta boliviano Pedro Shimose publica en Madrid (Instituto de Cooperación Iberoamericana) sus poemas completos hasta el momento bajo el título de Magias e invenciones.
En 1988 fue candidato al Premio Príncipe de Asturias de las Letras y en 1992, finalista del Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Poesía por su obra Poemas invisibles. Ese año también recibe el homenaje de la Universidad de Alcalá de Henares y es propuesto para el Premio Reina Sofía. Participa, junto a Octavio Paz y Luis Alberto de Cuenca, en las sesiones de lectura poética en el Palacio Real. En 1993 la Cátedra Poética Fray Luis de León de la Universidad Pontificia de Salamanca celebra una semana de homenaje a su obra y al año siguiente recoge en un volumen, Celebración de la existencia, las aportaciones de los participantes. En 1994, por primera vez desde 1959, se ofrece en la Universidad de La Habana una conferencia sobre su obra poética, y en 2001 se permite la publicación de una antología poética, La patria sonora de los frutos (Editorial Letras cubanas), editada por Efraín Rodríguez Santana. En mayo de 1997 el Círculo de Bellas Artes, la Residencia de Estudiantes y Radio Nacional de España convocan a un homenaje a Baquero, gesto que tal vez hubiera sido el comienzo del reconocimiento que tanto merecía. Pero ya Baquero había entrado en el hospital donde fallecería el 15 de mayo de un infarto cerebral.
En la dedicatoria de su último libro escribió: "El orgullo común por la poesía nuestra de antaño, escrita en o lejos de Cuba, se alimenta cada día al menos en mí, por la poesía que hacen hoy --¡y seguirán haciendo mañana y siempre!-- los que viven en Cuba como los que viven fuera de ella. Hay en ambas riberas jóvenes maravillosos. ¡Benditos sean! Nada puede secar el árbol de la poesía".
TESTAMENO DEL PEZ
GASTÓN BAQUERO
Yo te amo, ciudad,
aunque sólo escucho de ti el lejano rumor,
aunque soy en tu olvido una isla invisible,
porque resuenas y tiemblas y me olvidas,
yo te amo, ciudad.
Yo te amo, ciudad,
cuando la lluvia nace súbita en tu cabeza
amenazando disolverte el rostro numeroso,
cuando hasta el silente cristal en que resido
las estrellas arrojan su esperanza,
cuando sé que padeces,
cuando tu risa espectral se deshace en mis oídos,
cuando mi piel te arde en la memoria,
cuando recuerdas, niegas, resucitas, pereces,
yo te amo, ciudad.
Yo te amo, ciudad,
cuando desciendes lívida y extática
en el sepulcro breve de la noche,
cuando alzas los párpados fugaces
ante el fervor castísimo,
cuando dejas que el sol se precipite
como un río de abejas silenciosas,
como un rostro inocente de manzana,
como un niño que dice acepto y pone su mejilla.
Yo te amo, ciudad,
porque te veo lejos de la muerte,
porque la muerte pasa y tú la miras
con tus ojos de pez, con tu radiante
rostro de un pez que se presiente libre;
porque la muerte llega y tú la sientes
cómo mueve sus manos invisibles,
cómo arrebata y pide, cómo muerde
y tú la miras, la oyes sin moverte, la desdeñas,
vistes la muerte de ropajes pétreos,
la vistes de ciudad, la desfiguras
dándole el rostro múltiple que tienes,
vistiéndola de iglesia, de plaza o cementerio,
haciéndola quedarse inmóvil bajo el río,
haciéndola sentirse un puente milenario,
volviéndola de piedra, volviéndola de noche
volviéndola ciudad enamorada, y la desdeñas,
la vences, la reclinas,
como si fuese un perro disecado,
o el bastón de un difunto,
o las palabras muertas de un difunto.
Yo te amo, ciudad
porque la muerte nunca te abandona,
porque te sigue el perro de la muerte
y te dejas lamer desde los pies al rostro,
porque la muerte es quien te hace el sueño,
te inventa lo nocturno en sus entrañas,
hace callar los ruidos fingiendo que dormitas,
y tú la ves crecer en tus entrañas,
pasearse en tus jardines con sus ojos color de amapola,
con su boca amorosa, su luz de estrella en los labios,
la escuchas cómo roe y cómo lame,
cómo de pronto te arrebata un hijo,
te arrebata una flor, te destruye un jardín,
y te golpea los ojos y la miras
sacando tu sonrisa indiferente,
dejándola que sueñe con su imperio,
soñándose tu nombre y tu destino.
Pero eres tú, ciudad, color del mundo,
tú eres quien haces que la muerte exista;
la muerte está en tus manos prisionera,
es tus casas de piedra, es tus calles, tu cielo.
Yo soy un pez, un eco de la muerte,
en mi cuerpo la muerte se aproxima
hacia los seres tiernos resonando,
y ahora la siento en mí incorporada,
ante tus ojos, ante tu olvido, ciudad, estoy muriendo,
me estoy volviendo un pez de forma indestructible,
me estoy quedando a solas con mi alma,
siento cómo la muerte me mira fijamente,
cómo ha iniciado un viaje extraño por mi alma,
cómo habita mi estancia más callada,
mientras descansas, ciudad, mientras olvidas.
Yo no quiero morir, ciudad, yo soy tu sombra,
yo soy quien vela el trazo de tu sueño,
quien conduce la luz hasta tus puertas,
quien vela tu dormir, quien te despierta;
yo soy un pez, he sido niño y nube,
por tus calles, ciudad, yo fui geranio,
bajo algún cielo fui la dulce lluvia,
luego la nieve pura, limpia lana, sonrisa de mujer,
sombrero, fruta, estrépito, silencio,
la aurora, lo nocturno, lo imposible,
el fruto que madura, el brillo de una espada,
yo soy un pez, ángel he sido,
cielo, paraíso, escala, estruendo,
el salterio, la flauta, la guitarra,
la carne, el esqueleto, la esperanza,
el tambor y la tumba.
Yo te amo, ciudad,
cuando persistes,
cuando la muerte tiene que sentarse
como un gigante ebrio a contemplarte,
porque alzas sin paz en cada instante
todo lo que destruye con sus ojos,
porque si un niño muere lo eternizas,
si un ruiseñor perece tú resuenas,
y siempre estás, ciudad, ensimismada,
creándote la eterna semejanza,
desdeñando la muerte,
cortándole el aliento con tu risa,
poniéndola de espalda contra un muro,
inventándote el mar, los cielos, los sonidos,
oponiendo a la muerte tu estructura
de impalpable tejido y de esperanza.
Quisiera ser mañana entre tus calles
una sombra cualquiera, un objeto, una estrella,
navegarte la dura superficie dejando el mar,
dejarlo con su espejo de formas moribundas,
donde nada recuerda tu existencia,
y perderme hacia ti, ciudad amada,
quedándome en tus manos recogido,
eterno pez, ojos eternos,
sintiéndote pasar por mi mirada
y perderme algún día dándome en nube y llanto,
contemplando, ciudad, desde tu cielo único y humilde
tu sombra gigantesca laborando,
en sueño y en vigilia,
en otoño, en invierno,
en medio de la verde primavera,
en la extensión radiante del verano,
en la patria sonora de los frutos,
en las luces del sol, en las sombras viajeras por los muros,
laborando febril contra la muerte,
venciéndola, ciudad, renaciendo, ciudad, en cada instante,
en tus peces de oro, tus hijos, tus estrellas

viernes, 13 de agosto de 2010

DE LOS BLOGS CUBANOS

La blogósfera cubana -dentro de la Isla- ha ido tomando una fuerza impresionante en los últimos años. Al desafío de Yoani Sánchez se han sumado ahora otros blogs -Octavo Cerco, Los hijos que nadie quiso, Desde las alambradas, etc, etc- que muestran un interesante movimiento de opinión pública jamás vivido en Cuba. Y no voy a referirme a los otros, a los miles de blogs de cubanos fuera del país que, desde posiciones diferentes, escriben del dolor, la política y la nostalgia.Alguien, en un día no muy lejano, tendrá que hacer un estudio detallado y minucioso de la importancia de los blogs cubanos en estos tiempos desde el punto de vista sociológico, literario, político y cultural. Y todavía no sabemos -porque no es historia pasada, sino que la estamos escribiendo- la relevancia que podría tener todo este movimiento en los acontecimientos futuros del país.

Hoy les dejo un post de Miriam Celaya de su blog Sin Evasión. Juzguen por uds. mismos

UN TÚNEZ CARIBEÑO.
Por Miriam Celaya

No te aferres...

Por unos momentos, mientras miraba atónita a la pantalla de mi televisor, supuse que de alguna parte saldrían unos paramédicos y, camisa de fuerza mediante, sacarían definitivamente al decrépito orate de la escena, tal como ocurrió años atrás con Bourguiva en el lejano Túnez. Era el sábado 7 de agosto último, y me costaba creer que el señor F, en alocución pública y transmitida en vivo, se dirigiera al Parlamento cubano en pleno para (des)hilvanar la mayor avalancha de disparates que jamás hubiese espetado, con total desparpajo y sin que uno solo de los presentes se atreviera siquiera a carraspear. Tras medio siglo de absurda y vívida irrealidad, no acabo de perder la capacidad de sorprenderme.

Confieso que –muy a mi pesar– sentí pena; de esa que llaman “pena ajena”, la que se sufre en presencia de la magnificación del ridículo que hacen otros. Imagino también la incomodidad que sentirían los más lúcidos de aquellos espectadores (diputados, les dicen) al fingir que tomaban en serio los bochornosos desatinos brotados de un cerebro ya demasiado deteriorado. Encima, a muchos de ellos les quedó desvergüenza suficiente para aplaudir, hacer preguntas y hasta adular al orador. Fue la mayor farsa que haya visto jamás. Sin embargo, a pesar de las exageradas muestras de sumisa adhesión (o quizás precisamente por ellas), nunca me pareció F tan solitario y desvalido.

Sólo en los primeros minutos el locuaz octogenario se las ingenió para referirse a “los soviéticos” (que “están trabajando” para evitar la conflagración nuclear que se avecina) y a la “Unión Soviética” (que tiene actualmente serios problemas con los incendios forestales), con una convicción de presente como si no hubiesen transcurrido veinte largos años desde el desmerengamiento de aquel engendro socialista llamado URSS. Los desatinos del anciano se sucedían uno tras otro con absoluta impunidad. Así, F incluyó novedades científicas como que “La evolución comenzó hace aproximadamente 4 mil años…”, o que “Hace 18 mil años sólo había fuego en la Tierra…” y hasta alguna que otra sabia advertencia: “Ya sabemos que el Sol se va a acabar un día…”. Mi ansiedad crecía a medida que transcurría el tiempo y comencé a morderme las uñas, pero no aparecieron los paramédicos con una salvadora camisa de fuerza. Definitivamente, esta vez F no sólo era víctima de su proverbial arrogancia… era obvio que algunos sectores de la cúpula tenían particular interés en exponer públicamente este despojo parlante.

No pude resistir la pena y apagué mi televisor, convencida de que este país está enfermo. Desde entonces me embarga una sensación extraña que se mueve entre la vergüenza, la impotencia y el enfado. Por primera vez excuso (a medias) a F por lo que ahora está ocurriendo: él no es más que un anciano que padece de incapacidad mental para discernir críticamente entre la realidad y sus propios desvaríos. Quizás ya no tenga lucidez siquiera para pagar por sus numerosos crímenes. Pero aquella enorme sala estaba repleta de otros culpables; allí estaban el Presidente de este país y el Presidente del Parlamento, allí estaban los más de 300 diputados e invitados de ocasión, todo un hato de estafadores que siguen medrando a la sombra de los beneficios que reciben por sus cargos simbólicos o por sus méritos como participantes activos en el hundimiento de Cuba, mientras la sociedad se sumerge cada vez más en la peor de sus permanentes crisis. Ellos serán también responsables por lo que ocurra en lo adelante.

¿Qué intereses se mueven tras este lamentable teatro y qué estrategia perversa es capaz de apoyar un sainete como el orquestado el sábado 7, aun a riesgo de provocar mayor inestabilidad de la que ya vivimos? Solo ELLOS lo saben, pero sospecho que hoy tenemos más motivos de alarma que de risa. Si los bandos que se disputan el poder en Cuba se dividen entre un engañoso y tardo reformador y un enajenado druida con manías mesiánicas, estamos listos. Entretanto, la Isla se balancea sin timonel y sin mando. ¡Cuánto hubiese dado yo esa mañana de sábado porque, ya que los cubanos no contamos con un verdadero Parlamento, al menos hubiésemos tenido algunos paramédicos tan oportunos y eficientes como los de Túnez!
TOMADO DE: http://www.desdecuba.com/sin_evasion/

lunes, 9 de agosto de 2010

FELICIDADES

Después de unas increíbles vacaciones, regreso con nuevos bríos y muchas ideas.
La morada cumple dos años y quiero felicitar a este espacio virtual por su perseverancia y hacer extensivo mi júbilo a mis gentiles lectores.

Gracias por leerme.

Gracias por existir.

miércoles, 21 de julio de 2010

DEL MAESTRO

Decir que la obra de José Martí cada día me asombra más es una perogrullada sin límites: Martí me habla al oído con una claridad y contemporaneidad que me estremecen por su lucidez. Y no son sólo los textos, discursos y ensayos políticos, sino que también en su poesía sobresalen ideas con una visión que tal parecen haber sido escritos en el siglo XXI.
Hoy los invito a leer este poema, publicado en 1889, en Nueva York. La semejanza con los acontecimientos actuales sólo indican que todavía nos queda, como nación, un largo camino por andar.

A NÉSTOR PONCE DE LEÓN
A mi señor
Néstor Ponce de León:

Viene a decirme Capriles
Que alguien dijo en Broadway
Que en mi discurso exclamé:
«¡Los anexionistas viles!»

¡Bien, y con mucha razón
Me mandó usted el recado
De tenerme preparado
El espinudo bastón!

Miente como un zascandil
El que diga que me oyó,
Por no pensar como yo
Llamar a un cubano «vil».

Viles se puede llamar
A los que a lucir el sol
Del Diez, con el español
Fueron, temblando, a formar.

Los que al hombro los fusiles,
Negra el alma y blanco el traje,
Ayudaron al ultraje
De su patria—ésos son viles.

Vil viene bien, y no menos,
Al que por la paga vil,
Mata el ánimo viril
Entre los cubanos buenos.

Pero al que duda—¡yo no!
¡Yo no dudo!—que su tierra
Puede después de la guerra
Vivir con paz y con pro;

Al que comparte la fe—
La fe que yo no comparto—
En el cariño del parto,
Que pudo ser y no fue;

Al que piensa—¡yo no pienso
Así!—que, en tanto desdén,
Es dable un inmenso bien
Sin un sacrificio inmenso;

Al que, por odio a la guerra,
Prefiera—¡yo no prefiero!—
El comerciante extranjero
A la virtud de su tierra;

Ése, ¡quién sabe si arguya
En vano! ¡si en la mar fia!
Pero si su tierra es mía,
También es mi tierra suya.

Y puede, de igual derecho,
En brazos de otro soñarla,
Como sueño en conquistarla
Mano a mano y pecho a pecho.

¡Qué dijera yo de aquel
De opinión diversa, si
Me llamara vil a mí
Por no opinar como él!

Quiero a Cuba amante y una;
quiero juntar y vencer
¿Y empiezo por ofender
Al que ha nacido en mi cuna?

No hiero al mismo español,
de quien la sangre heredé.
¿Y fratricida, heriré
A mi hermano en pena y sol?

A mis hermanos en pena
No los he de llamar viles,
Los viles son los reptiles
Que viven de fama ajena.

Todo esto es muy simple, todo
Es que nos daban por muertos
El Diez, y al vernos despiertos
Cierran el paso con lodo.

¡Pero quisiera ver yo
Frente a frente al zascandil
Que dice que llamo vil
A mi hermano y que me oyó!

Donde no nos puedan ver
Diré a mi hermano sincero:
«¡Quieres en lecho extranjero
A ti patria, a tu mujer?»

Pero enfrente del tirano
Y del extranjero enfrente.
Al que lo injurie: «¡Detente!»
Le he de gritar: «¡Es mi hermano!»

En la patria de mi amor
Quisiera yo ver nacer
El pueblo que puede ser,
Sin odios y sin color.

Quisiera, en el juego franco
Del pensamiento sin tasa,
Ver fabricando la casa
Rico y pobre, negro y blanco.

Y cuando todas las manos
Son pocas para el afán,
¡Oh patria, las usarán
En herirse los hermanos!

Algo en el alma decide,
En su cólera indignada,
Que es más vil que el que degrada
A un pueblo, el que lo divide.

¿Quién, con injurias, convence?
¿Quién, con epítetos, labra?
Vence el amor. La palabra
Sólo cuando justa, vence.

Si es uno el honor, los modos
Varios se habrán de juntar:
¡Con todos se ha de fundar,
Para el bienestar de todos!

lunes, 12 de julio de 2010

EL CATECISMO DE MAFALDA.


Un texto muy interesante, publicado en el Diario La Nación. Pensemos, analicemos... están ocurriendo acontecimientos extraños en la política mundial.



EL CATECISMO DE MAFALDA.

POR: Pilar Rahola

Formó parte de nuestra educación sentimental. Respiraba nuestra misma perplejidad, formulaba las mismas inquietas preguntas, alentaba utopías parejas y, en su paisaje cotidiano, las mismas Susanitas y Manolos pintaban las emociones y los días. Mafalda fue la sutil compañía, la conciencia cercana, y todo lo que representó sigue con nosotros para siempre. De hecho, transgeneracional como todo grande, Quino ha conseguido que Mafalda sea amiga de nuestros hijos, hermana mayor de los Guilles que se pasean por los rincones de nuestra felicidad. El título, pues, de este artículo, es lo que parece, un sentido y agradecido homenaje. Sensible, comprometida y, a pesar de todo, deliciosamente niña, Mafalda siempre será de una sola pieza.
¿Son de una sola pieza los Mafaldos que pululan por las esquinas del pensamiento, por los despachos de algunas cancillerías, por las cátedras impolutas de múltiples universidades, por las calles de la pancarta y el grito? Toda esa progresía, heredera de las utopías de izquierdas que intentaron cambiar el mundo, ¿mantiene intactos los criterios morales que las movilizaron? Y más aún, ¿mantiene el compromiso con la libertad?
Las banderas que blanden son las de siempre, la propia de la libertad, la solidaridad, la justicia social, la lucha contra la marginación, y así hasta completar la lista del catecismo del buen pastor de izquierdas. Poco o nada tengo que decir contra esas banderas que, sin paliativos, son las mías. Pero mucho hay que decir sobre algunos de los que se han apropiado de ellas, y, desde la atalaya de su soberbia ideológica, nos castigan con su verbo airado. Ya hablé, en otra ocasión, de los D Elía y Bonafini, eficaces lacayos del pensamiento reaccionario de izquierdas. Pero más allá de los peones que se mueven por el tablero, con más ruido que inteligencia, existe una sólida corriente de izquierdas que, a pesar del efectismo de su retórica, está traicionando seriamente la ley de leyes, la Carta de Derechos Humanos.
No es nueva esa traición, y ahí están las víctimas de las dictaduras de izquierdas clamando su lugar en el sol del recuerdo, sospechosas por el hecho de haber muerto bajo balas amigas, esos bellos dictadores que leían a Lenin y mataban como Goebbels. Y que algunos aún cabalgan, cual patéticos jinetes con zapatillas, por las islas de nuestras revoluciones adolescentes.
Hoy, como ayer, existen víctimas que no conmueven, dictaduras que no movilizan, terrorismos que no indignan, esclavitudes que no arañan las paredes de la conciencia, y todo ello pasa mientras tomamos las calles para gritar contra la injusticia.
Diversas son las traiciones morales que la izquierda está perpetrando, en nombre de los mismos principios que dice defender. Con un añadido fundamental: más allá de los gobiernos que cada cual elige, los ciudadanos otorgan un plus de prestigio a los intelectuales y a los movimientos de izquierdas, hasta el punto de que un pensador de derechas sólo puede equivocarse una vez, antes de hundirse. La izquierda puede perpetrar una vida de errores, y mantiene intacto el prestigio.
¿Sirve el ejemplo de Saramago? Defendió a Stalin como libertador, estuvo a favor del Muro de Berlín, considera a Chávez y a Castro como referentes legítimos e, incluso, entró en las listas del PC portugués, el más jurásico de los partidos comunistas del mundo, si obviamos la excepción de Corea del Norte, que detenta el honor de ser el mayor dinosaurio. Sin embargo, Saramago vocifera contra los yankees, clama contra la maldad judía, disculpa al terrorismo islamista, repite los tópicos sudados de la corrección política, y las universidades del mundo babean de complacencia, lo elevan a los altares y lo consideran un ejemplo de intelectual comprometido. ¡Qué importa que haya defendido a alguno de los asesinos más importantes de la historia reciente! ¡Qué importa la quiebra moral que ello significa! Cumple felizmente con el primer mandamiento del catecismo progresista, y eso lo convierte en ícono de la izquierda reaccionaria: "Odiarás a USA sobre todas las cosas, y a Israel como si fuera lo mismo". Si tuviera que definir este progresismo de doble moral, lo haría usando su propio concepto de solidaridad: un concepto bizco, que llora por un ojo a las víctimas que le gustan, y por el otro disculpa a los asesinos que no le disgustan.
Por supuesto, estoy a favor del pensamiento crítico con el accionar norteamericano, y practico esa convicción tanto respecto de su política en la región como en el caso de Irak. Pero el pensamiento crítico es un compromiso integral, que no permite extrañas ambigüedades. El problema de los Mafaldos no es contra quién luchan, sino contra quién no luchan ni levantan banderas. Subidos al orgasmo permanente de la caza al yankee malvado y al perverso israelí, se les escapan vivos todos los dictadores del planeta. Es decir, les preocupan más los errores de los demócratas que las locuras de los tiranos.
Hablé de traición moral. Permítanme. Traición a las mujeres que viven bajo las tiranías islámicas, sin ningún derecho, abandonadas a su suerte, culpables de no ser esclavizadas por alguna democracia occidental. Su dolor no preocupa a ningún vocero de la izquierda auténtica. No está en el catecismo del buen progre luchar por las víctimas del islam. Traición a la libertad, minimizado el terrorismo nihilista, perdonados los suicidas "jihadistas", reconvertidos en milicianos los fanáticos enloquecidos que matan a decenas de personas en los autobuses de Jerusalén o en los mercados de Bagdad. ¿Se han fijado que si matan americanos o judíos, son resistentes, pero si matan españoles o ingleses, son terroristas? Los mismos. Su mismo totalitarismo nihilista. La misma financiación. La misma tecnología vía satélite, conectada a la Edad Media. Pero distinto rasero.
Traición a la tolerancia, con ese coqueteo desacomplejado con el nuevo antisemitismo que corroe al mundo. Traición a la inteligencia, convertida la ideología en una religión, y las ideas en dogmas de fe. Y, finalmente, traición a la solidaridad, cuya bandera manchan de tanto usarla como munición demagógica. El mundo, sin duda, no vive un tiempo de luz. Pero la izquierda tendrá que preguntarse qué culpa tiene en esa oscuridad. Tanto por las palabras que dice como por los silencios que otorga. ¿No será que los Mafaldos han traicionado a Mafalda?

Diario La Nación. Argentina.
08/05/2007

miércoles, 23 de junio de 2010

CUBA: ¿POTENCIA MÉDICA MUNDIAL?

Durante un buen tiempo, mucho, pero muchísimo tiempo, crecimos con el eslogan de que Cuba era una potencia médica mundial. Nunca supe si era verdad u otra consigna politizada del gobierno. Teníamos educación, salud y deportes gratuitos. Nos decían que eso no lo había en ninguna parte del mundo. Ningún país de América Latina vacunaba a sus niños de manera gratuita. Y como no podíamos comparar, lo creímos todo. Ahora, después de 13 años en México y de haber viajado por otros países, me doy cuenta que nos engañaron miserablemente, en esto y otros miles de problemas. Para ensalzar el Socialismo cubano, mintieron descaradamente del resto del mundo. Desgraciadamente, muchos siguen creyendo en la utopía cubana que se armó a partir de falsedades. Siguen soñando con un país que no existe.

Les dejo hoy un post del blog Octavo Cerco y un video. No agrego nada más: uds. juzgarán por sí mismos.

EN EL HOSPITAL
POR CLAUDIA CADELO.

Marta está cansada de los hospitales. Tiene -como la mayoría de sus coterráneos- mala suerte con la salud pública. Uno de los pilares de la revolución en la que nació no deja de parecerle un edificio carcomido en estática milagrosa, un pilar de la destrucción.

Hace algunas semanas estuvo cuidando a un familiar en el Calixto García. Entre otras vicisitudes, los sueros que necesitaba su paciente fueron comprados en el mercado negro, la mayoría de las medicinas “resueltas” y el tratamiento supervisado por los propios familiares. A fuerza de averiguar aprendieron a recordarle a la enfermera la hora exacta de las curas, el nombre de cada pastilla y el tratamiento –llevado a cabo por ellos mismos- para evitar escaras.

Como rara vez había agua, trajeron cubos; como no había cómo calentarla para la hora del baño, compraron un calentador; como había demasiado calor en el cuarto, pidieron un ventilador prestado. Lo llevaron todo: el jabón, las sábanas, la comida, el sillón del acompañante, la crema, el alcohol, las vitaminas y el algodón.
El único problema que quedó sin resolver fue el asunto de la tupición del baño; pero que el inodoro tuviera siempre un agua verde-roja apestosa y que el sifón del lavamanos se botara irremediablemente, podían ser considerados menores teniendo en cuenta la capa de churre de todo el local, la destrucción de las ventanas y los cables flotantes del falso techo.

Marta me cuenta que terminó su estancia agotada: lo único que le pide al cielo es morir de un infarto en su propia casa, sin tener que disfrutar de las comodidades de la salud pública cubana.

EN EL HOSPITAL HIJAS DE GALICIA: http://www.youtube.com/watch?v=dNhgym2bMtA

OTRA SALA DE OTRO HOSPITAL EN EL VIDEO:

sábado, 5 de junio de 2010

CONVOCATORIA: PRIMERA CIRCULAR.


La revista Aeda, del Centro de Cultura Casa Lamm en México, D.F, dedicará su número cinco a homenajear al escritor cubano José Lezama Lima en el centenario de su nacimiento. Por este motivo, estamos invitando a críticos y estudiosos de su obra a que envíen sus trabajos en torno a cualquiera de los textos lezamianos. De igual forma, convocamos a todos los que se interesen en los llamados pintores de Orígenes –la vanguardia cubana- a colaborar con ensayos que indaguen en la importancia que tuvo para la revista el trabajo de dichos artistas.

Los textos tendrán un máximo de quince cuartillas, en letra TNR-12, a 1.5 espacios con su bibliografía correspondiente y aparato metodológico de análisis sistema Chicago.

Para enviar los trabajos: aeda.lamm@gmail.com

En el asunto del mensaje, debe ir: ENSAYO AEDA CINCO.

Para visitar los números publicados hasta la fecha: revistaaeda.com

El plazo de admisión de los trabajos será agosto de 2010.

viernes, 14 de mayo de 2010

VAMOS A CHOTEAR: CUBANEANDO


Esto es sólo una pequeña muestra que me han oído decir muchos de uds. Para mis compatriotas, porque somos la sal de la vida. Para todos mis amigos y lectores, una sonrisita:

El Cubano no corre: Echa un patín.
El Cubano no es infiel: Pega los tarros.
El Cubano no se sube: Se encarama.
El Cubano no habla mucho: Mete tremenda muela.
El Cubano no se enamora: Coge tremendo metío.
El Cubano no se emborracha: Coge nota, o curda.
El Cubano no es niño: Es fiñe.
El Cubano no se baja: Se apea.
El Cubano no te golpea: Te rompe la siquitrilla.
El Cubano no baila: Echa un pie.
El Cubano no es haragán: No dispara un chícharo.
El Cubano no se equivoca: Se enreda
El Cubano no se muere: Canta el manicero o estira la pata.
El Cubano no tiene obsesiones: Tiene matraquillas.
El Cubano no se enferma: Se pone maluco.
El Cubano no pasa hambre: Se jama un cable.
El Cubano no es pobre: Está en la fuácata, está pelao.
El Cubano no está delgado: Es un esqueleto rumbero.
El Cubano no se vuelve loco: tiene guayabitos en la azotea, le patina el coco. O tiene un tornillo flojo.
El Cubano no se cansa: Se descuajeringa, se desmondinga.
El Cubano no ignora a alguien: Lo tira a mondongo.
El Cubano no es culto y lector: Es una polilla.
El Cubano no dice “toca mal el piano”: Dice “machaca las teclas”
El Cubano no forma una confusión: Forma un arroz con mango.
El Cubano no es ostentoso o pretencioso: Se da lija.
El Cubano no conquista a una mujer: Liga a una jeva.
El Cubano no dice “come despacio”: Dice “¡¡¡Respira,niño!!!”
El Cubano no tiene una novia fea, La novia es un casco.
El Cubano no dice “me lo has puesto difícil”: Dice “Me la pusiste en China”.
El Cubano no te dice que hiciste algo excepcional: Te dice “Te la comiste!”
El Cubano no va a dormir, va en surna.

SOMOS UN MAL NECESARIO

CAMINO A LA ANARQUÍA



Me preocupa muchísimo, en grado más que superlativo, la posición de la RAE (Real Academia Española) en las nuevas disposiciones del Diccionario Panhispánico de dudas. Siempre hemos acudido a los diccionarios en búsqueda de la REGLA, de cómo se debe decir o escribir una palabra. Para eso existen las normativas: para trazar una pauta, un camino. Por eso me resulta altamente absurdo que ante cualquier duda, las respuestas de la Academia sean básicamente balbuceantes y misteriosamente conciliadoras. ¿Se pueden dar el lujo, los que dictan las leyes y las reglas, de ser paternalistas y abarcadores? Creo que ahí radica el grave peligro de lo que está sucediendo hoy en día: la RAE pretende ser aglutinadora pero con una benevolencia que nos hace daño.

No me imagino leyes del tránsito que digan: “Ud. debe doblar en la próxima esquina a la izquierda pero como por uso la mayoría lo hace a la derecha, le dejamos a su conveniencia la decisión” O la ley de un país que rece: “ La basura no se dejará en la entrada de las escuelas pero como la comunidad la deja, le dejamos a su conciencia el paso a seguir” ¿ Se imaginan un mundo donde en vez de preceptos claros y precisos que limiten el mal comportamiento humano existan pautas ambiguas en la sociedad? ¿ A dónde llegaríamos si los Códigos penales empezaran a dictar postulados del tipo siguiente:”Se juzgará con penas de hasta 20 años de privación de libertad a quien trafique con estupefacientes pero como el tráfico es un problema generalizado dejamos a la conveniencia de cada juez la condena a aplicar”.

No, desgraciadamente, no estoy exagerando. Cuando se acude a una consulta con la RAE el objetivo es claro: buscamos la respuesta única, no el complaciente “a su conveniencia”. Esto, en lugar de unir al idioma, lo está destrozando. Una muestra:

licuar(se). ‘Hacer(se) líquida una sustancia sólida o gaseosa’. En el uso culto se acentúa preferentemente como averiguar (→ APÉNDICE 1, n.º 6): «Se licuan los tomates» (Ronald Frutoterapia [Col. 1998]); pero es hoy frecuente, y también válida, su acentuación como actuar (→ APÉNDICE 1, n.º 7): «Todo se licúa» (NHerald [EE. UU.] 15.1.98).

Es decir, el uso culto exige la acentuación como averiguar pero como los que no son cultos lo acentúan como actuar, la RAE prefiere quedar bien con los dos y aceptar ambas acepciones. Y me pregunto, ¿acentuaremos en las universidades el verbo licuar como irregular mientras los que no son “cultos” lo acentuarán como regular? ¿Qué estamos haciendo? En vez de trazar la regla y hacer que la gente estudie y se supere a la norma culta, la RAE está incentivando la desidia y la indiferencia: pobrecitas las masas incultas, no saben qué es un verbo irregular, que lo tilden cómo quieran ¿Qué le decimos a un niño de primaria? ¿Cómo explicamos esta descabellada solución? Pero hay más:

guion1 o guión. ‘Escrito que sirve de guía’ y ‘signo ortográfico’. La doble grafía, con o sin tilde, responde a las dos formas posibles de articular esta palabra: con diptongo (guion [gión]), caso en que es monosílaba y debe escribirse sin tilde; o con hiato (guión [gi - ón]), caso en que es bisílaba y se tilda por ser aguda acabada en -n. La articulación con diptongo es la normal en amplias zonas de Hispanoamérica, especialmente en México y en el área centroamericana; por el contrario, en otros países americanos, como la Argentina, el Ecuador, Colombia y Venezuela, al igual que en España, esta palabra se articula con hiato y resulta, pues, bisílaba. Debido a esta doble articulación, y con el objetivo de preservar la unidad ortográfica, en la última edición de la Ortografía académica (1999) se establece que toda combinación de vocal cerrada átona y abierta tónica se considere diptongo a efectos de acentuación gráfica. Por ello, en guion y otras palabras en la misma situación, como ion, muon, pion, prion, Ruan, Sion y truhan, se da preferencia a la grafía sin tilde, aunque se permite que aquellos hablantes que pronuncien estas voces en dos sílabas puedan seguir tildándolas (→ TILDE2, 1.2).

¡Con el objetivo de preservar la unidad ortográfica! ¿Qué unidad se logra con la ambivalencia? Las unidades –como indica su nombre- se logran con una sola idea, con una NORMA. Me imagino a un profesor en una escuela internacional: “A ver, mijo, ¿de qué país eres? ¿De México? Ah, no, tú tienes que ponerle acento y para ti es diptongo. ¿Y tú? ¿De Venezuela? Tú puedes ponerla sin acento, porque en tu país así se usa” ¿Y los profesores que imparten español a extranjeros? ¿ Qué dirán? " Bueno, dependiendo del país de habla hispana dónde se encuentre, así acentuará la palabra guión"

Puede ser muy cómico si no resultara altamente absurdo y peligroso. ¿Qué esperamos de la RAE? La ley. La regla. Sin límites claros y precisos, el ser humano no crece. Esperamos que nos diga: Licuar, verbo irregular, se usa igual que negociar. Guión – como soy cubana, me corresponde con acento- es diptongo y lleva acento. Lo demás es populismo lingüístico, afán por caerles bien a todos y no ser los malos de la película. Y me da mucha pena decirles, señores académicos, que vamos a la anarquía del español, a su división irremediable y un fin muy triste si no se toman las medidas pertinentes. Y pronto: el asunto no admite demoras. Nuestros alumnos están extraviados en este mar de concesiones.

jueves, 29 de abril de 2010

BRIGADAS DE RESPUESTA RÁPIDA:III Y FINAL

Una nube se cierne sobre la Isla y nos negamos a verla. Escasea el aire como la comida. Se hunde la ética y prima el odio. Un inmenso tsunami nos cerca y pretendemos salvarnos encima de la mentira. Es necesario cazar al futuro a fuerza de amor, no de agresión. No te dejes embaucar. No golpees a tu hermano. Cuba cambiará, hoy o mañana, y estarás marcado por la ignominia. No grites. No pidas paredón. No golpees. No te sumes a la masa acéfala e intolerante que pretende acallar la voz propia a base de miedo. Si quieren aplastar a los que se oponen, que sean valientes y salgan ellos a la calle: los militares, la policía, los tanques. Que sean los responsables del baño de sangre. Tú no. Ese hermano o hermana que aboga por su familia es igual a ti: vive con una libreta, no come carne, no toma leche, no puede viajar. ¿Por qué los persigues? Si les molesta al gobierno, que ellos les apliquen las leyes. Que ellos golpeen. Tú no eres policía. Piensa que tu hijo puede estar mañana en una cárcel. O que tu sobrino puede morir escapando en una balsa. No se puede ser marioneta de nadie y es hora que lo sepas, cubano. No te pido siquiera que te lances a la calle. No te pido que hagas acciones terroristas. Sólo te suplico que pienses que golpear a alguien por no pensar igual es política de las cavernas.

Las fotos de los mítines de repudio están corriendo por Internet. Las fotos de los que golpean y gritan. Un grupo de abogados están decididos a emprender acciones legales contra ellos en el futuro. Si para ti ese futuro está muy lejano y piensas que Cuba jamás va a cambiar –aun contra las leyes de la dialéctica histórica, que han demostrado que si no cambias, pereces; que han demostrado un sistema Socialista que ha sucumbido en todo el mundo-, si crees que nadie te va meter miedo porque eres fuerte y no te importa un mañana de hipotéticos juicios –en un país donde los juicios sumarios y los paredones han sido regla de oro- apelo a tu humanidad. Golpear a un hermano porque piensa diferente es igual que golpear mujeres indefensas, o niños. Es igual a violar. No hagas jamás lo que no te gustaría que te hicieran a ti o tu familia. No cooperes con un gobierno cobarde, que te manda de carne de cañón –como lo hizo en África- y se esconde a vivir bien.
No al PCC: palo, cabilla y cable. No golpeo. No coopero. No me sumo a la barbarie. Quiero leche para mis hijos, no golpes contra mujeres. Quiero comer carne, no gritos de paredón. Quiero viajar, no escupir al que piensa diferente. Quiero vivir, no que mis hijos mueran en una balsa o en una cárcel.

Queremos vivir, hermano. Somos una sola familia cubana. No al odio.




Estas imágenes de las llamadas "brigadas de respuesta rápida", "mítines de repudio" nos denigran como pueblo. Dan asco.

miércoles, 14 de abril de 2010

LAS BRIGADAS DE RESPUESTA RÁPIDA II

Fue en 1989 ó 1990. Yo trabajaba ya en el Parque Histórico Militar Morro- Cabaña –vaya nombrecito- es decir, en el museo de fortificaciones y armamentos en La Cabaña. De más está decir que era –es- un sitio que pertenece a las FAR y por aquellos tiempos Raúl Castro se interesó muchísimo por el proyecto. Llevado de la mano de Eusebio Leal, las FAR se comprometieron a financiar el naciente museo Todos los civiles que trabajábamos allí éramos parte de la plantilla FAR en lo que se denominaba “civiles de las FAR” en Cuba. Y nuestros jefes eran militares.

Un día llegó “de arriba” la orden de formar las brigadas de acción o respuesta rápida en el Museo. Todos pensábamos que la época de los mítines de repudio habían pasado; que aquellas maratónicas “marchas del pueblo combatiente” pertenecían al fatídico año 1980. Sólo ahora comprendo que los ciclos en Cuba se repiten y no hay espirales, sino una y otra vuelta a lo pasado, a lo que funcionó en un momento dado, a aferrarse a lo mismo con la esquizofrenia de los que no quieren otras soluciones. Porque en 1959 el “pueblo enardecido” gritó “Paredón, paredón” a los que no pensaban igual y no defendían a la Revolución: pero también a todos los diferentes, extraños, llámense torturadores batistianos, homosexuales o el tipo de la esquina que me cae mal. En el 80, les gritamos escorias, gusanos, lumpen a los que se iban del país por aspirar a un mundo diferente. Y en 1990 nos decían que había que armar los grupos que darían golpizas a todos los “desafectos”.

Ya no teníamos 14 años ni éramos unos adolescentes confundidos. A Pepe se le ocurrió una idea genial: él haría la carta y todos la firmaríamos. Al teniente coronel Juan Manuel, que dirigía el museo en ese momento, le pareció bien: Pepe era el hijo de un intelectual reconocido, un tipo de confianza. Ni corto ni perezoso, Pepe escribió: LOS ABAJO FIRMANTES ESTAMOS DE ACUERDO CON ESO. Y todos los museólogos y el departamento de diseño y arquitectura firmamos.

Juan Manuel no sabía qué hacer con aquella carta. ¿Qué era ESO? Con mucha seriedad, Pepe le explicó que, por supuesto, eran las directrices de las FAR y el PCC en torno a la formación de las Brigadas de Respuesta Rápida. Y ahí quedó todo, supuestamente, porque muchos años después me enteré que por eso –y otras cosillas que les contaré algún día- fuimos tachados como personas de poca confiabilidad ideológica y vetados para entrar al PCC.

Me pregunto cuánta gente puede burlar así la presión. Pero si sé que hay formas para que no nos obliguen a gritar, golpear, vilipendiar, atacar. Porque no podemos volver a la misma situación de 1980. Porque ya es hora de aprender a respetar la diversidad, sea de raza, creo, filosofía o política.

Por eso, es necesario no seguir las instrucciones del 2010:

http://www.scribd.com/doc/29481408/Plan-de-represion-estatal

Y es imprescindible no olvidar:



CONTINUARÁ...

martes, 6 de abril de 2010

LAS BRIGADAS DE RESPUESTA RÁPIDA I


Corría el año 1980. Una inaudita explosión de cubanos cansados de promesas incumplidas protagonizó las hoy célebres tomas de la Embajada del Perú y la Oficina de Intereses de EU. Yo no había cumplido 15 años todavía pero recuerdo con nitidez aquellos días lunáticos: nos sacaban de la Secundaria –Protesta de Baraguá la mía, en Centro Habana- y nos llevaban a hacer “actos de repudio” contra todos aquellos gusanos, antisociales, apátridas que se atrevían a abandonar Cuba. Una masa libre de adolescentes -¡se suspendían las clases!- se lanzaban a la calle con licencia para tirar huevos, tomates, piedras; se podía gritar, agredir verbalmente a adultos, viejos, niños, jóvenes de nuestra edad. Se podían perseguir con golpes –que los hubo, no nos engañemos- a los que se “iban”. Después, fueron las Marchas del Pueblo Combatiente, donde cada CDR controlaba a los que no se presentaban y los marcaba, automáticamente, como desafectos.

Fueron tiempos convulsos. Yo y varias de mis amigas estábamos en el proceso para entrar a la UJC. En una de las entrevistas, ingenuamente, convencida que con la verdad en la mano siempre saldría adelante en una sociedad justa –como la cubana- me pronuncié a favor de los viajes de la Comunidad y en contra de golpear a nadie en los mítines de repudio. Con mis 14 años a cuestas sentí terror, una semana después, cuando comprendí que había metido la pata; que me llamaban para decirme que tenía debilidades ideológicas coronadas con mucha, demasiada familia en Estados Unidos. Mis argumentos, los de siempre –que mi única familia era mi abuela; que sí, que ella se había ido en 1960 y, por supuesto, jamás habíamos roto relaciones- parecieron empeorar el asunto. La historia revolucionaria de mis padres, el sacrificio de mi madre al quedarse sola en Cuba con apenas 16 años –aun cuando se marchó toda su familia al exilio- primó y sólo me escribieron en el expediente que “debido a mi edad necesitaba más ayuda en mi formación revolucionaria pero que no tenía problemas de diversionismo ideológico”

Me sentí aliviada porque nadie de la familia estaría en problemas. Entré a la UJC y milité en ella 15 años. Pero me prometí que jamás golpearía a nadie ni formaría parte de aquella masa acéfala que tiraba huevos. A partir de ese momento, comencé a ir a los actos de repudio y me mantenía lo más lejos posible y sólo gritando de vez en cuando mientras a mi alrededor las fueras malignas del gobierno alentaban el odio, las rencillas personales, los golpes y el escarnio.

Era 1980. Yo tenía 14 años. Habían nacido las Brigadas de Respuesta Rápida y los denigrantes Mítines de Repudio.

Estamos en el 2010. Y la situación se retoma:

http://www.scribd.com/doc/29481408/Plan-de-represion-estatal




Continuará…

sábado, 27 de marzo de 2010

EN EL REINO DE LA JIRIBILLA, JUNTO A JOSÉ.

No pensé tener que escribir este post tan pronto. Guardaba la ilusión de conocer a Eloísa en Puebla, cuando se celebrara el evento en homenaje al centenario de Lezama. La muerte se adelantó una vez más –se lleva a los justos, los injustos siguen vivos. Con el deceso de Eloísa, en el exilio, ignorada por la oficialidad cubana como antes lo fue su hermano, me reafirmo en la idea de cuánto camino nos queda por andar y romper los odios y las barreras que nos separan a los cubanos. Eloísa debió morir en Cuba, descansar junto a su madre y hermano. Debió haber participado en la preparación que se hace en la Isla del centenario de José. Pero no podemos superar los rencores inverosímiles que nos sumen en más de una miseria –y no la material.

Estudié, de niña, en una escuela en Prado, muy cerca de la casa de los Lezama. Por razones obvias de edad, no los conocí y el Maestro murió cuando yo apenas estaba en primaria. No fue sino muchos años después, en la Universidad, cuando entré en contacto con su obra, que me marcó para siempre. Cuando digo en broma que Lezama es mi alter ego –y lo saben todos los que juegan conmigo en el Búho o los que me preguntan quién es la persona de mi correo electrónico- siento una extraña comunión con el hombre que no conocí pero que me embrujó con su obra. Y al leer la noticia de la muerte de Eloísa una extraña tristeza me sacudió, porque en estos días, revisando la tesis, he estado en permanente contacto con toda la familia Lezama y con el exilio que sufrieron.

No hablarán en Cuba, en noviembre, de Eloísa. Obviarán, muy seguramente, su legado y cómo fue la promotora más apasionada de la obra de su hermano. No se referirán al dolor del exilio, ni a su derecho de morir en Cuba. Pero acá, en México, seremos los responsables de un homenaje también a ella, que estará presente –a pesar de la muerte- en el centenario de José.

Los dejo con la última entrevista hecha a Eloísa por ese amigo entrañable de Lezama y su obra, José Prats Sariol.

QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA NOS ACOMPAÑE A TODOS.


Una visita a Eloísa Lezama Lima Lunes 22 de Marzo de 2010 13:01
José Prats Sariol, Miami

Ni la UNESCO ni mucho menos el gobierno cubano se han dignado invitarme a sus actos y congresos por el centenario", comenta con su voz de falsete. "Tampoco Fina García Marruz ha sido capaz de escribirme unas letras, para no hablar de Retamar y otros como Miguel Barnet", añade con una sonrisa irónica.

Mañana lluviosa de febrero en Miami. Llueve mucho sobre los 91 años de la sobreviviente del coronel y de Rosa, de sus hermanos Rosita y Jocelyn —escrito así, a lo Lamartine—. Quizás llueve también en La Habana, donde los chupócteros del erario público se adueñan de la obra y del símbolo que Lezama representa.

En su casa, desde la lucidez lenta pero precisa que aún la acompaña, conversa con Ariadna —ahijada de Lezama—, Orlando Rosardi —viejo amigo, poeta, representante de la Academia de la Lengua Española, fotógrafo de la ocasión— y yo, que también veo la lluvia del tiempo sobre lo que nos dice: "Nunca me han pagado derechos por las ediciones cubanas, pero lo peor es cuando tergiversan el ideario de Jocelyn, inventan cuentos, denigran a su esposa María Luisa, niegan que pasó los últimos cinco años de su vida en un cruel ostracismo".

La conversación con Eloy —como siempre la trató su hermano— va a la correspondencia entre ellos, celosa y profesionalmente guardada en la Cuban Heritage, de la biblioteca de Miami University. Hablamos de su salida del país, en abril de 1961. De la primera carta que Lezama le escribe ese mismo mes, después de Bahía de Cochinos o Playa Girón, pronto hará medio siglo. La lluvia llega a sus ojos, a los nuestros.

Una frase en su letra inclinada y casi críptica parece de hoy: "Quiera Dios que se restablezca la armonía". ¿Armonía? Eloísa baja la cabeza, quizás recuerda que nunca pudo volver… Ariadna la mueve hacia los lados, Orlando dibuja una mueca escéptica, yo pienso en la impagable división de la familia cubana.

Aprovecho para leer un párrafo de otra de las cartas, fechada también en 1961, donde la palabra inteligencia aparece subrayada: "Encontrarás mis cartas muy vagorosas, apenas hago referencias a lo inmediato. Tu inteligencia te dará los obvios motivos. Además es preferible trascender, irse por encima de las murallas, vivir en dimensión de futuridad".

La clara alusión de Lezama a la censura, como otras referencias al deterioro del país en las cartas sucesivas, hasta la última el 7 de junio de 1976, indican sin posibilidades de equívoco lo lejano que estuvo siempre de la "revolución". Los originales que acabo de revisar no mienten, como le comento a Eloísa.

Por ello sorprende que siete años después de su condena a la censura estatal, escriba el tan manipulado artículo El 26 de julio, imagen y posibilidad (1968). Sin la entereza de Virgilio Piñera y de otros muy pocos escritores y artistas, lo cierto es que Lezama hace allí concesiones deplorables.

Sólo una visión hagiográfica podría ocultar estas contradicciones. La mayoría de los cubanos, a lo largo de este medio siglo castrista, hemos resbalado por ilusiones o nos dejamos atrapar por el miedo. Aquel artículo, dos o tres párrafos aislados o el texto a la muerte del Che Guevara, este año del centenario sirven para que demagogos y corifeos de la dictadura traten de montar a Lezama en su herrumbroso vagón.

Leo otra frase desgarradora, de julio y 1961, que nos avergüenza tanto como aquel clamor por la armonía, porque su nostalgia sigue golpeando las ruinas de Cuba: "Ya ves, como siempre, lo cerca que está el sueño del sueño sin sueño".

Eloísa suspira. Nos mira con las arrugas de un par de zapatos que le mandó a su hermano. Aquellas que a Lezama —dice en un poema— le parecieron "carcajadas de un pescador viejo".

Tal vez un viejo pescador vea llover en el Malecón habanero, sin delfines ni cuerpo porque tiene un hijo preso y una hija en Nueva York. Muy lejos, ahora cuando nos despedimos de Eloísa y nos pide volver. Para repetir la frase de Lezama hace 49 años: "Quiera Dios que se restablezca la armonía".

TOMADO DE: http://www.diariodecuba.net/cultura/77-cultura/829-una-visita-a-eloisa-lezama-lima.html

viernes, 5 de marzo de 2010

NOVELÍSTICA CUBANA ACTUAL


CUANDO REGRESAN LOS HERALDOS NEGROS DE LA AURORA
o una épica de la eticidad intelectual
por Gina Picart

Hace algunos años asistí a la lectura pública de un relato donde un hombre negro, en pleno período especial, atravesaba varias calles marginales de La Habana arrastrando un colchón en travesía no menos agónica que el regreso de Odiseo a Ítaca. Aquel cuento tenía un sabor tan auténtico —perfectamente reconocible para mí tras largos años de corresponsalía periodística en un municipio como Centro Habana— que nunca olvidé la imagen. Ahora, cuando vi la portada de la novela La soledad del tiempo, del escritor habanero Alberto Guerra Naranjo —el mismo, sí, de aquel tremendo cuento del colchón—, quedé un tanto desconcertada: el torso desnudo de un hombre negro con un libro bajo el brazo, en un raro escorzo de espaldas, como la fuga del Loco en el Tarot. Qué extraño —pensé—, tratándose de una casa editorial que se caracteriza por la elaboración de sus diseños de portada. Me pregunté si iba a leer algo sobre marginales en el período especial, pecio temático a caballo entre la picaresca española, el costumbrismo nacional posrevolucionario y el incontrolable deseo de hacerse notar que sacude a tantos escritores nuestros como una cabalgata de valkirias rumberas. Pero yo sabía que la obra había tenido, caso raro, una nutrida y buena crítica, y sé también que Guerra ha ganado limpiamente su lugar entre los mejores escritores de esta Isla. Aún así, ¿por qué ese diseño y no otro? ¿Se trataría de una concesión…?

No lo es. Esa portada, conceptual más que decorativa, resulta una diana estremecedora como he oído sonar pocas dentro de la literatura cubana de hace décadas, y el pórtico natural para la historia que narra la novela. Llevo mucho tiempo sin encontrar una novela cubana escrita a corazón abierto; casi todas las que pasan por mis manos son más bien ensembles de pitos y matracas que poca o ninguna relación tienen en profundidad con la tan cacareada actualidad nacional. Además, La soledad del tiempo trata un tema singular: el racismo intelectual en la Cuba de hoy, y además de estar tremendamente bien escrita desde la perspectiva del manejo del idioma y de las técnicas narrativas, tiene en los planos de la emoción carne y sangre de verdad, y en los temáticos explora zonas donde hasta ahora no tengo noticia de que otros hayan incursionado de un modo tan visceral: la dinámica de la jungla literaria habanera escudriñada sin ninguna piedad desde su propio interior, como si un feto avispado describiera el útero que incómodamente lo contiene.

Sergio Navarro, un joven negro que es escritor en el sentido en que se posee esa condición por derecho natural y no como don cuestionable adjudicado por sistemas, instituciones o personalidades icónicas, quiere vivir como tal. Pobre y humilde, mantiene una estrecha amistad con M.G. un hombre blanco, gerente de una firma, con quien comparte la aspiración capital de su vida. M.G., aunque se mueve en niveles de mayor jerarquía económica que el negro Navarro, y a pesar de su tupé y sus habilidades mundanas, está tan lejos como el otro de disfrutar del estatus de escritor oficialmente reconocido —que al parecer, solo se alcanza mediante el espaldarazo de esa especie de “hacedor de ángeles” llamado Emilio Varona, escritor de una generación anterior devenido representante de la oficialidad letrada—, y su puesto codiciable no lo salva de tener una esposa en Artemisa, con la que pasa los fines de semana tristemente sumergido en un ambiente familiar de matanzas de puercos, rones y jolgorio campestre que le es ajeno y le repugna. Los dos amigos, cada cual desesperado a su manera, tienen puestas todas sus esperanzas en la escritura para alcanzar esa especie de trascendencia que, suponen, cae como manto divino sobre quienes triunfen en la arena de las letras. Para ello es imprescindible obtener el reconocimiento y el apoyo de Varona, ganar grandes premios, conocer editores extranjeros, penetrar el mercado de allende los mares y entrar a formar parte de ese Olimpo de agraciados autores de best sellers que ya nunca vuelven a padecer los apremios de la miseria. Pero, como en toda estructura narrativa que mantenga el vínculo raigal y precioso con la tradición ancestral de contar —en este caso la plantilla se revela, concretamente, como la estructura de la búsqueda del objeto mágico emprendida por el héroe—, tanto Sergio como su amigo M.G, aspirantes a héroes literarios, tienen que pasar por varias pruebas iniciáticas antes de arribar a la meta. La primera de ellas consiste en lograr que sus nombres sean incluidos por Emilio Varona en la lista pública de jóvenes escritores “de primera línea” a quienes el patriarca de la pluma “protege” y promueve, y sobre cuyas carreras literarias vela, supuestamente, como un gurú sobre su fiel rebaño discipular. Recompensa: la bendición del Papa Varona I, que abre las puertas de la Trascendencia, la Posteridad, la Inmortalidad, la divisa y… el avión.

Pero el cielo de los escritores es pequeño y muy estrecho su umbral; siempre serán numerosos los llamados y pocos los elegidos, y ser pobre no garantiza prioridad para pasar por el ojo de la aguja. Es más bien al contrario: cuando llega un pobre (¿o un negro, o una mujer?) con talento, la cabrona puerta, como animada por una perversa inteligencia artificial, se afina, se achica hasta casi volverse invisible…Y la competencia por alcanzar el Reino se torna despiadada, se hace cruel. Y es aquí donde asoma para el lector avisado el auténtico núcleo basáltico de esta novela cuya densidad la hace tan semejante a la vida: la historia de Sergio Navarro, el negro genial, y su amigo blanco M.G. aspirador eterno a sobrepasarlo en la medida intelectual, ambos contendiendo por el caldero mágico (aquí, la consagración literaria y sus consecuencias felices), ha sido construida sobre uno de los más antiguos mitos de la Humanidad: la historia de Caín y Abel, los hermanos entre quienes la preferencia de Dios sembró la discordia, la muerte y el eterno peregrinaje del alma. Pero la tragedia de La soledad del tiempo es menos bíblica, menos épica y mucho menos poética, está como rebajada en sus tintas por la mezquindad del conflicto: en sus páginas no se disputa el amor de Dios, motivo más que elevado que aunque no justifique el derramamiento de sangre lo vuelve comprensible, sino la preferencia de una representante literaria y la tajada de una beca en Berlín. Para Sergio el genial y el mediocre M.G., entes abstractos y representativos de su medio, el Dios de los Ejércitos de la leyenda lleva faldas, tiene la cara de la alemana Sassa Eissmann y su mano, en lugar de trazar sobre sus cabezas el mudra de la Bendición, les ofrece un contrato editorial. Pero solo para uno de los dos. ¿Ganará el mejor?

Nunca vi retratadas con más fidelidad en una novela cubana, ni siquiera en un cuento, las siete angustias icónicas del escritor cubano (OJO: ocho para las escritoras); —¡ah, el septenario ontológico!—: He aquí la lista: UNO -el laboreo mezquino y pocas veces afín a la condición de escritor, que obliga al sujeto a amarrarse ocho horas diarias a un escritorio haciendo numeritos o cualquier otra porquería, o a destrozarse las manos en una carpintería, o a limpiar casas o a custodiar inmuebles de madrugada, mientras bullen historias dentro del cráneo y se intenta rapiñar unas horas a la noche para escribir unas cuartillas que casi siempre terminan en la basura, porque el cansancio venció a la vocación. DOS -la llaga viva de no ver un texto propio publicado mientras otros a quienes se sabe escribidores falsos cruzan en ascenso veloz rumbo al altar de la minúscula gloria nacional. TRES -el Gólgota de los concursos literarios, con sus tríadas de jurados impunes a quienes nadie exige la libra de carne por tanta pifia repetida que llena de bubas el rostro de la literatura nacional. CUATRO -la hostil agitación del gremio, ese hormiguero pululante de los mil laberintos donde se constituye en ciencia el aprender a orientarse para no equivocarse de ruta, so pena de no hallar nunca a los protectores precisos o al grupo “generacional” que arropa al individuo como una crisálida colectiva, y a cuya maternal temperatura va creciendo la larva de muchas cabezas, debidamente protegida contra los vientos arrancamáscaras que soplan desde direcciones inconvenientes. CINCO: los cabezazos estériles contra el muro que nos separa de la bibliografía actualizada, y de otras fuentes de información que en otras latitudes están al alcance de cualquiera. SEIS: la larga ensoñación cerebelosa, seguida de una búsqueda casi siempre infructuosa y que, gracias a alguna rarísima bocanada de suerte, puede culminar en el hallazgo de un editor o un representante literario venido del más allá al safari de talentos en la selva tercermundista y caribeña, seguido a su vez del forcejeo, las más de las veces impúdico, para impedir que algún colega nos robe la atención de ese príncipe azul que trae en su frente, a manera de corola de luz, el sello indeleble de una editorial extranjera. SIETE –la jabita de la bodega, de la que, cualquiera sea su variante, al final solo se libran uno o dos elegidos, no importa cuántos premios, posters y doctorados se llegue a atesorar en el currículum: la jabita siempre estará aguardándonos al final del camino a casi todos por igual, como una maldición sin redención. La octava angustia, la de las escritoras, por pertenecer a cierta parte de la vida solo visible para la interesada, mejor no la menciono, pero conste que guarda relación con los inconvenientes de la castidad.

Guerra es un escritor que no da palos de ciego, no se queda en “el traje” que tanto preocupaba a Alejo Carpentier, un grande de la literatura universal que renegaba de su ópera prima por considerarla inmadura —una pena que nadie quiera hoy reflexionar sobre su ejemplo—. Guerra, fecundo en recursos narrativos, nunca pierde las riendas en su empeño. Sabe muy bien lo que quiere y hasta dónde se propone llegar, y como posee un pulso tan seguro puede darse el lujo de emplear un narrador circular, de repetir frases sin que el resultado se parezca, como sucede en tantos otros escritores, al discurso cacófono de un ebrio vulgar o de un disléxico, sino al reflejo de la duda, que confiere un flujo peculiar a la conciencia, la duda que acelera el pensamiento y lo fragmenta y vuelve atrás y regresa y salta hacia delante en un intento por ordenar las caóticas voces del murmullo interior. Leyendo a Guerra, uno puede seguir los vaivenes del espíritu de sus personajes, las fluctuaciones de sus conflictos éticos y sus deseos más secretos. Sus personajes no solo están bien caracterizados psicológicamente, sino se impregnan de una humanidad que saben trasmitir con eficacia, llevando hasta sus últimas consecuencias las facultades de la ficción: inducir en el lector una transustanciación de identidad.

Y es, tal vez, en la densidad y la grandeza humana y literaria del discurso de personajes donde Guerra alcanza su máximo esplendor —una estatura que recuerda a los maestros decimonónicos por su intensidad, vehemencia y connotación ético-filosófica—. La soledad del tiempo tiene varios momentos memorables, por imantados e imantadores de nuestra realidad. ¿Quién podrá olvidar el capítulo titulado “El Mesías”, donde un Sergio Navarro ya irremisiblemente derrotado —desde la perspectiva de los valores de un Emilio Varona y comparsa, por supuesto— predica a los nada receptivos pasajeros de un ómnibus como si fuera un Cristo negro de pie sobre las aguas? Mientras leía esas páginas recordé vivamente aquella escena del filme Suite Habana, del realizador Fernando Pérez, donde la cámara toma en picado a una multitud que baila, totalmente olvidada de Dios, al son de una orquesta en La Tropical, mientras la música de fondo se funde con un Ave María legendario. Es la misma piedad ecuménica, el mismo dolor del creador-personaje por la disolución del alma colectiva en las oscuras aguas de un concepto de patria tejido con consignas, orquestas y otros vampirismos del discernimiento. Leía esas páginas de Guerra y acudía sin cesar a mi mente la voz del que clama en el desierto. Solo que si La soledad del tiempo hace en sus lectores un efecto siquiera similar al que causó en mí, un efecto así, medianamente inquietante y desasosegador, el creador está lejos de haber lanzado su reclamo al vacío.

Otro momento para mí memorable —porque tuvo resonancias demasiado personales— fue el viaje de Sergio a Guadalajara tras haber obtenido un premio literario muy importante (que no le concedió Varona, lo cual, por cierto, equivale a escurrirse entre las patas del Diablo). Cada palabra, cada sílaba, cada fonema de los días mexicanos de Sergio Navarro me hicieron revivir mi propia experiencia en la Feria del Libro de Guadalajara porque, como Sergio, yo también arribé luego de tres aviones a un aeropuerto donde nadie me esperaba, y también tuve miedo de los taxis donde un turista puede ser secuestrado, y también escuché la misteriosa voz de los altoparlantes, llena de advertencias para el recién llegado. Soy una mujer blanca, pero soy una escritora y sé muy bien que Guerra no exageró una sola vez al narrar la odisea de su personaje, su aplastante tristeza al verse confundido entre una multitud ante la que diserta Emilio Varona sobre los jóvenes escritores cubanos “de primera línea” y donde, a pesar del premio que Sergio ha ganado y que lo ha llevado a esa butaca que ahora ocupa en el fondo del salón donde diserta Varona, sigue siendo un escritor invisible, porque aún allí, frente a la concurrencia que los rodea a los dos, Varona sigue negándose a incluir el nombre de Sergio Navarro en la lista de los que cuentan en la joven literatura cubana. Sergio solo resulta visible porque es negro, porque los mexicanos lo confunden cordialmente con un deportista, porque las mexicanas lo quieren de amante. ¿No se encuentra aquí una parábola de la invisibilidad que pesa sobre cualquier escritor de cualquier parte del mundo mientras la crítica no pronuncie su nombre? Así es de poderosa la crítica literaria: no importa que el escritor dedique toda su vida y toda su energía durante años a hacer una buena obra, una respetable obra: si el benefactor o el crítico, o ambos inclusive, no quieren pronunciar su nombre, aunque piense cartesianamente, el autor no existe ni existirá hasta que los tipos clave del negocio se dignen reconocer públicamente su existencia. Hasta que le digan, condescendientes y desdeñosos: “Hay hoy mucha gente en Versalles”. Estas páginas de Guerra son como un foco rojo proyectado sobre el silencio cómplice y culpable de la crítica dedicada a enaltecer el fraude y silenciar el talento. La crítica vasalla, la crítica bandida, la deshonesta que tan a menudo padecemos.

Otro momento que brilla por su lucidez es cuando en sus soliloquios el negro Navarro enjuicia a los Novísimos, esgrimiendo en sus oscuras manos, que no son precisamente las del olvido, el arma mortal de su juicio tan certero como implacable sobre un fenómeno ocurrido en la literatura cubana, cuando en medio del período especial la colección Pinos Nuevos hizo su aparición con dieciocho autores noveles en la sección de narrativa, casi todos publicando por primera vez, cuyo discurso, según ellos mismos anunciaban, pretendía remediar el silencio culpable de la prensa ante la realidad cubana del momento, detonar el idioma, sepultar a todo escritor en aquel entonces de más de cuarenta años, etc.... También estuve presente, una tarde de 1994, en la presentación de aquella colección de narrativa en Pabexpo, y recuerdo perfectamente cómo uno de los panelistas afirmó, envuelto en vapores etílicos, que aquellos dieciocho narradores se ufanaban de “escribir mal”, además de ser francotiradores completamente involucrados en el ajuste de cuentas de la sociedad frente a la realidad nacional. Y los llamó generación. Dieciséis años después de aquel discurso vergonzoso, la mitad de los Novísimos reside fuera de Cuba, mientras la otra mitad sigue en la isla; de aquellos dieciocho al menos cuatro, hasta donde recuerdo ahora mismo, son hoy premios Carpentier, premios UNEAC, premios de la Crítica, y no en todos los casos han sido laureados por escribir mal; al menos la mitad de la mitad siguieron trayectorias absolutamente personales desligándose de toda marca grupal; de esos dieciocho narradores surgieron al menos dos de los actuales “raros” de la literatura cubana, con poéticas enraizadas en vanguardias artísticas de la primera mitad del siglo XX y aspiraciones de universalidad, y que, sin embargo, no han declinado escribir sobre su país con estilos donde aquel cacareado desaliño no ha tenido cabida. ¡Cuántos vaticinios falsos! ¡Cuántos falsos profetas han quedado en ridículo! La soledad del tiempo da testimonio de ello. Si alguien quiere entender qué fueron y qué no fueron los Novísimos, que lea esta novela. Nunca lo he visto mejor explicado. Nunca lo he visto mejor revelado.

Para terminar, quiero llamar la atención sobre la habilidad que demuestra Guerra para introducir en su estilo, por definición realista y canónico, el plano simbólico y asombrosos recursos propios de la literatura fantástica, lo que le convierte, al menos ante mis ojos, en una especie de héroe, porque son muy pocos los escritores cubanos que se empeñan (y pueden hacerlo) en esos difíciles malabares del oficio de un modo completamente exitoso. La fusión de planos y claves semióticos siempre han sido algo así como la prueba del guisante para quienes aspiramos a una consagración en el mundo entre místico y sagrado del arte literario.

Creo, sinceramente, que Alberto Guerra es uno de esos escritores que no juegan con la literatura, ni hacen de ella un mero taburete sin otra función que la de ayudarlos a convertirse en falsos dioses Varona o en cainescos M.G., sino uno de esos creadores que trabaja en serio para cambiar el mundo, pero sobre todo para obligar a los seres humanos a mirarse por dentro sin las alegres y edulcorantes gafas de la egolatría y la autocomplacencia. Viéndolo desde esa perspectiva, afirmo que La soledad del tiempo es una de las mejores y más significativas novelas de tema cubano que se hayan escrito en este país durante las últimas décadas —otra es para mí Desde los blancos manicomios, de Margarita Mateo Palmer, felizmente Premio Carpentier de novela y Premio de la Crítica, ambas curiosamente enfocadas en el referente de la demencia—, y me pregunto si el poco tiempo que separa la publicación de estas dos obras, tal vez gestadas en lapso semejante, anuncia para la novelística cubana una nueva época más luminosa y prometedora, más dignamente reflexiva sobre nuestra lacerada condición humana.

Pero la pregunta que literalmente me rompe la cabeza es esta: ¿Por qué La soledad del tiempo no obtuvo el Premio Carpentier dos años atrás, cuando el certamen fue incomprensiblemente declarado desierto? ¿Será porque en esas páginas denuncia un hombre negro desde su negritud…, o porque grita muchas de esas verdades que tanto nos gusta esconder tras la cortina de un silencio oportunista y cómplice…, o porque resulta demasiado cuestionadora y, como tal, compromete…, o porque arremete contra los intelectuales que pretenden silbar los toros desde la barrera…? ¿Cuál habrá sido el motivo…? No será, supongo, por la locura final del héroe, puesto que ya sabemos desde El Quijote que aunque entre los poetas y los locos que descienden al Infierno solo los locos no vuelven, cuando consiguen regresar siquiera a medias como lo hizo Sergio Navarro —trasmutado en antorcha—, se pueden convertir en los heraldos negros de la Luz.