QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE.

miércoles, 30 de enero de 2008

DE CINE Y LITERATURA I


Fresa y Chocolate es una de las películas paradigmáticas del cine cubano de fines del siglo XX. Sus directores, Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío , con guión de Senel Paz , llevaron a lenguaje cinematográfico una versión del cuento “ El lobo, el bosque y el hombre nuevo”, del propio Senel. Este cuento obtuvo, en 1990, el premio Juan Rulfo de Radio Francia Internacional y el Premio de la Crítica en Cuba, en 1992. La película, por su parte, sería multi premiada y elogiada –ver anexo- y se colocaría como un referente obligado cuando de cine cubano se trate. Creo que, en este caso en particular, además de una adaptación de una narración al lenguaje cinematográfico, hay una reinterpretación de situaciones, metáforas y actitudes que, si bien parten de la misma idea y comparten muchos de sus códigos narrativos, implica una visión más abarcadora. Porque desde ahora afirmo que Fresa y Chocolate gana estatura frente a su homólogo narrativo. No obstante, hay una serie de recursos que ambas utilizan, fundamentalmente, en secuencias fílmicas muy específicas. Y hay, sobre todo, un ciclo narrativo interesantísimo que la película cierra y el cuento deja abierto. No pretendo, por supuesto, realizar un análisis total de las estrategias que comparten el cuento y la película sino que voy a hacer énfasis en tres secuencias: el encuentro de David y Diego en Coppelia, la cena lezamiana y el final de la película –comparadas todas con sus fragmentos literarios.

La película no comienza igual que el cuento, una licencia que Paz se toma como autor-guionista para caracterizar al tímido muchacho que es David. Porque si en el cuento el narrador es autodiegético y se caracteriza con la palabra “me arrepentí” –de meterse en el cine, de llamar a Vivian-, en la película el “arrepentimiento” se produce con la escena de la posada y su afirmación de que no tocará a su novia hasta la noche de bodas y en un hotel cinco estrellas. David deja de ser el narrador, en el largometraje, para convertirse en el objeto de la narración. Quien cuenta la historia fílmica entre David y Diego es un narrador heterodiegético, prácticamente omnisciente. Hay que tener en cuenta que en el film aparecen escenas agregadas, que no estaban en el cuento, escenas en que David no está presente y que, por tanto, no puede, bajo ningún concepto, contar. Este cambio de narrador posibilita que el punto de vista en el largometraje sea polifónico y no sólo la voz de David. La cámara no se identifica con la perspectiva de David sino que utiliza una focalización externa y narra desde diversas visiones: Diego, David, Nancy, Miguel.
David repite constantemente consignas y frases estereotipadas y dogmáticas como si estuviera programado: “Yo soy materialista-dialéctico; los negros son seres humanos como cualquiera; todos venimos de África; "en este país ya el racismo desapareció"; "yo estoy firme en mis principios"; "era mi deber, donar la sangre, es una compañera, y la de Vigilancia"; etc. Esta utilización literaria del yo se ve reflejada en la película con las posiciones, actitudes y parlamentos de David, quien constantemente se enfrenta a Diego con la palabra. La cámara se ocupará de seguir, en primer plano y close up, los gestos y actitudes de ambos. Estas confrontaciones comunista-homosexual, en la película, pueden resultar, a veces, discursos políticos pero la actuación –fundamentalmente, la de Diego- logra cerrar cualquier bache que resulte pedante. Porque cuando los personajes de Fresa y Chocolate dicen yo creo, yo pienso, yo opino –al igual que los del cuento- la fuerza dramática de la escenificación –junto al plano sonoro, basado únicamente en música cubana- arranca, en el espectador, sentimientos de dolor, de ira, de amor hacia un homosexual fuertemente reprimido que, a pesar de todo, grita al mundo su condición de cubano.
Después del desengaño amoroso con Vivian –y me refiero a la versión fílmica- David irá a Coppelia –la Catedral del Helado- y chocará con Diego. Este encuentro, en el cuento, está matizado por un fuerte sentido sensorial: “ Era la mirada libidinosa del recién llegado{ de Diego}“, “ Si cuando me volviera a mirar le soltaba un sopapo{ piensa David}”, “ Y cuando comprendió{ Diego} que la vaciladera no daba resultado…”, “ Sólo miré de reojo y vi que eran libros extranjeros{ David}” La mirada, los recorridos de los ojos entre ambos, marcan la pauta narrativa, afianzado por el vocablo “vaciladera” que, en Cuba, implica mirar de arriba abajo a alguien, con un sentido crítico, admirativo o sexual. En la película, el director realiza un close up a David, sentado con su helado, que levanta la mirada hacia Diego y su estentóreo “¡Con permiso!”. Toda esta secuencia de la localización-enfrentamiento de ambos personajes se da desde el punto de vista verbal –frases hirientes y desdeñosas por parte de David, edulcoradas y provocativas por parte de Diego- y por el movimiento de la cámara que va de primeros planos a close up para mostrar las expresiones de los ojos de ambos –que, en el caso de David siempre serán serias y despectivas y en Diego, libidinosa.

En esta misma secuencia, está el gesto de David de cambiar su carnet de la Juventud Comunista de un bolsillo al otro. En el cuento: “ Me cambié el carné rojo de militante de la Unión de Jóvenes Comunistas de un bolsillo a otro { dice David y agrega}… No captó para nada el mensaje” La película vuelve a utilizar el movimiento de cámara en primer plano a David cambiando el carnet y se mueve a Diego-también en primer plano- que, ahora sí, “capta” el mensaje. El verbo captar recobra, cinematográficamente, una dualidad: la de ver y entender. En este sentido, la versión cinematográfica adopta un recurso narrativo en la utilización de un verbo que en Cuba tiene una acepción muy peculiar –con una cierta reminiscencia conspiratoria, de entendimiento por señas para burlar la censura y persecución- y le confiere, en boca de Diego, su verdadera magnitud semántica, significado que en el cuento queda limitado por la negación de no “captar” el mensaje. De esta manera, el director plasma la posición política de David, con el gesto y el movimiento de la cámara y la perspicacia de Diego, que entiende los gestos.
FOTO TOMADA DE: http://www.clubcultura.com/clubcine/clubcineastas/titon/fresa/fresa1.htm
CONTINUARÁ...

lunes, 14 de enero de 2008

REALISMO SUCIO CUBANO


A Jorge Alberto Aguiar Díaz (Ciudad de La Habana, 1966)lo conozco hace tanto tiempo que, a veces, tengo la impresión que nacimos juntos. Con Jorgito, como lo conocen casi todos -o JAAD, para algunos- compartí días imborrables en el taller literario José Lezama Lima. Jorgito siempre es una sorpresa porque jamás se sabe cuál va a ser su próximo paso. Cazador de imposibles, su prosa transita entre el realismo más sucio y cruel y metáforas alucinantes que indican a un escritor de garra.

Los textos que les presento hoy forman parte de "Cuarto de máquinas" y son una pequeña muestra de su obra. La otra, la de la vida, está aún por descubrir.

De: " Cuarto de máquinas"

Dame sangre, dijo H.
Le dimos sangre. Le di cabeza reventada y mondongos como carne de primera.
Se inyectó petróleo como el tío en la cárcel para tener "mejores condiciones de vida". Así también el sobrino, años después, para que le dieran la baja del Servicio Militar, pinchó sus venas.
Dame sangre, dijo.
Le dimos sangre.
Una tarde entré al baño. Vi a Noda desnudo, sin uniforme verdeolivo, sin grados de capitán, sin las charreteras de la vanidad y el desprecio. Me di cuenta de que era un hombre como yo. Bastaba con ir al cuartel, buscar un fusil, y vaciarle el cargador en su panza de oficial de escuelita. Allí estaba, el gran jefe en pelotas, tiritando por el agua fria, hasta con la carne de gallina.
Nos decía gallinas si reclamábamos nuestro derecho al pase de doce horas a la semana.
Nos decía señoritas si nos lamentábamos de algo.
Nos decía maricones porque le gustaba decirnos maricones. Capitán Noda, ¿por qué no te abrí como sardina rusa?
Cuando llegó la noticia desde el Batallón Médico de que H. se había inyectado petróleo y estaba grave, Noda dijo que los médicos eran unos flojitos y ahora iban a consolarlo y creerle que estaba loco.
Soñé que H venía y me gritaba dame sangre. Y la sangre era el combustible que hacía rodar tanques y camiones que tiraban de obuses como brujas tiran de escobas en cuyas cerdas han quedado restos de ese mondongo humano que no sirve ya ni para dar de comer a los puercos.



Algunas tardes iba al parqueo, me metía en la cama de un camión, me tiraba ahí entre lonas, calor y oscuridad como si estuviese bajo tierra. Casi siempre lloraba. Y me sentía indigno. ¿No tenía fuerzas suficientes para vivir allí, darle cara a la vida militar? No, me dijo nuestro capitán una vez. Te faltan cojones, dijo, esto es para hombres de verdad, ¿a qué seguro te metes por ahí a llorar?
Encontré a H en un camión. Salió de entre las lonas como el cadáver que sería una semana después. ¿No me digas que vienes aquí a llorar? le dije.
Hay que ser fuertes, le dije, tener cojones y aguantar, ¿entiendes? le dije.
Me contó entonces lo del tío, el petróleo, las venas, mejorar la vida, escapar de allí. No tuvo pena de llorar delante de mí. Quise darle un abrazo pero me contuve. No podía, no debía.
Cuando llegó la noticia de que H había fallecido, el capitán se estaba desnudando para irse a las duchas. Lo sabía, me dijo, ese mariconcito no iba a aguantar.


Texto ( III )
La cabeza.
Siempre la cabeza.
La cabeza contra el muro (paredón con vidrios detrás de las duchas) por una broma. Ese tipo de bromas que en el Ejército cuestan caro: tú eres de los mariconcitos del parque de la fraternidad, yo te he visto.
La cabeza bajo la bota rusa.
Y la cabeza otra vez cuando te empujaron de la litera.
El Coba llegó, saco de carne musculosa, torpe aunque silencioso, y la cabeza contra el hierro crudo de la cama personal.
A los cinco años la cabeza rebotando en una caída (pérdida del conocimiento durante la digestión, dijeron los médicos); y a los siete, la cabeza contra un poste de electricidad, huyendo de tres niños que te buscaban para una paliza a las doce del día.
La cabeza. Golpes como piojos. Ranuras, canaletas, surcos, estrías de sangre y dolor.
En un albergue para inmigrantes y vagabundos, la cabeza abierta. Entra el africano y con un tubo, un golpe (que suena seco bajo el chorro de agua fría en una mañana a ocho grados), y la cabeza contra la pared.
Cabeza que chirría, cabeza con goznes, cabeza chatarra. Nunca preguntes por el precio de tu cabeza.
La locura es vieja usurera

TEXTOS TOMADOS DE: http://proyectodesliz.blogspot.com/:

domingo, 6 de enero de 2008

REGRESO DE VACACIONES: FELIZ 2008

La morada se tomó un mes de vacaciones, muy merecidas, por cierto, y regresó llena de ideas y nuevas fuerzas. Empezaré el año rindiendo tributo merecido a las mujeres. Porque el 2008 comienza con una espléndida noticia: la escritora cubana Rebeca Murga (La Habana, 1973) ha obtenido mención UNEAC con la novela negra: El jardín de los caminos que se cruzan. Rebeca, que ha ganado otros premios importantes, se consagra como una voz relevante de la narrativa cubana actual.

Y para seguir con el doble tópico -mujeres y escritos de diferentes partes del mundo-los dejo con la lectura de un texto de una joven mexicana, estudiante de la Licenciatura en Finanzas, Marcela Aguilar Sierra ( México, D.F, 1988). Desde un punto de vista muy feminista, Marcela plasma ideas muy interesantes en torno al papel de la mujer en el mundo actual.

¡Mujeres a la carga!
A lo largo de la historia la mujer ha sido vista como un ser sumiso, a las órdenes de su pareja o del hombre que la acompañe, sensible ante todo lo que se le presente frente a un mundo machista en donde los hombres pueden hacerlo todo, incluso mejor que las propias mujeres. Si bien es cierto que físicamente los hombres suelen ser más fuertes, las mujeres se valen de otras artimañas (incluso físicas), que terminan dejando a los hombres peor que una zapatilla. Las mujeres, ¿sexo débil?

En países de Europa y Norteamérica parte del debate sobre la igualdad de género se centra en la discriminación que sufren las mujeres ante el sexo masculino, y se pelea porque las féminas usen vestimentas que le tapen hasta los tobillos o se tengan que cubrir, inclusive, su cabello. Como contraste, en varios países del Tercer Mundo y Medio Oriente la batalla es más elemental: las mujeres luchan por su supervivencia.

Pero ¿cómo está la situación en América Latina? Aún hoy se puede decir que la minoría de las mujeres latinas decide por sí mismas cuál será su futuro, sobre su propio cuerpo, su trabajo y su estilo de vida. Es importante reconocer que en América Latina el machismo existe de manera sobresaliente y es apañado por las propias mujeres, quienes educan a sus hijas con el único objetivo de que éstas consigan un marido con dinero para que les resuelvan la existencia. No obstante, aunque los hombres no aprenden tan rápido el nuevo planteamiento de vida, también hay quienes logran dejar el machismo y comienzan a vivir de manera más liberal y sin tener que ser gays.

Dicen que la mujer no tiene la fuerza suficiente para defenderse cuando su pareja o esposo la agrede físicamente, es por eso que se ha dicho que es el sexo débil, pero esta realidad es la que todos conocen. Pero, como siempre, las apariencias engañan. Qué sucede cuando la relación de pareja no funciona y al separarse la madre se queda con la responsabilidad de los hijos, ahí es cuando la mujer enseña su verdadera fortaleza y logra sacar a sus hijos adelante a costa de todo. Desde el momento que la mujer da la vida (cosa que los hombres no podrían resistir, el dolor de parto) se convierte en el ser más fuerte en toda la Naturaleza. Es por eso que cada 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, que desde hace 27 años lo estableció Naciones Unidas, para honrar a las féminas. Este año se celebra bajo el lema "La mujer en la adopción de decisiones: enfrentando los desafíos, generando el cambio".

Por otro lado, en el mundo de los negocios aquello tan anticuado de llamar a las mujeres "el sexo débil" queda -una vez más- probado como algo absurdo. La frase cae aplastada por su propio peso, las mujeres empresarias o trabajadoras de una empresa han demostrado que tienen características que las hacen tanto -¡y muchas veces más!- exitosas que los hombres. La mujer, mucho más que el hombre, comprende situaciones cotidianas y la necesidad de resolverlas. Y algo tan del mundo de hoy como tener mil necesidades a la hora de cuidar a sus hijos y a sus familiares de la tercera edad, la lleva a buscar "nuevos ángulos empresariales", que pueden comenzar siendo pequeños negocios que después crecerán.

La empresaria exitosa está acostumbrada a luchar y no se asusta con los altibajos y baches del camino, enfocándose positivamente en el resultado final: piensa rápido, toma decisiones juiciosas y es disciplinada. De esta manera, se adapta a los parámetros de su propio negocio ¡además de que sabe lo importante que es mantener "un ojo" en la contabilidad y las ganancias! Según los expertos del Departamento del Comercio de Estados Unidos:"Las mujeres comienzan sus empresas para crear un futuro seguro y poder escoger su forma de vida, y muchas tienen una misión comunitaria que les trae satisfacción y éxito".

En fin, las mujeres tienen tantas cualidades que incluso podría decir que somos muchísimo mejores que los hombres y si hablamos de fortaleza, somos hasta más fuertes que ellos. La mujer da a luz, cuida los niños, trabaja, limpia la casa, atiende al marido y todavía tiene que mantenerse arreglada, administrar el dinero, dar consejos, trabajar, cuidarse a ella misma y a los que los rodean. Por eso ratifico que los que dicen que la mujer es el sexo débil están muy equivocados.